Sin tacto
La idea está flotando en el viento -que dijera el Premio Nobel Bob Dylan- y en una de ésas alguna autoridad, extasiada por el fervor autóctono, la hace realidad. Se trata de nombrar alguna colonia de una ciudad con el nombre de la recién finada Francisca Viveros Barradas, conocida internacionalmente como Paquita la del Barrio, la paladina de las mujeres engañadas, la reina del despecho, la emperatriz del desquite contra los machos. Y entrados en gastos, poner a las calles los bonitos títulos de sus canciones más famosas.
Podría ser en Xalapa o en el Puerto de Veracruz, aunque se antoja más que en nuestra tierra fuera en el municipio de Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, el lugar en donde nació la diva el 2 de abril de 1947.
Nació, creció y después de convirtió en un referente y mecenas contra las miserias del pueblo, a tal grado que todos se sentían, cuando menos, sobrinos de la tía Paquita. Recuerdo entre ellos a mi querida tía Betsabé Barradas, casada con mi tío Gonzalo González Hernández, que por la edad era más bien prima, y cercana, de la famosa cantante. También el prestigiado Rector de la Universidad Tecnológica de Cancún, el maestro Julián Estrada Aguilar, se manifiesta como pariente afectuoso.
Metidos en la idea, podría ser que la alcaldesa de Cuauhtémoc en la Ciudad de México, Alessandra Rojo de la Vega, recordara que Paquita nunca cayó en el encantamiento del Peje y por eso decidiera cambiarle el nombre a la Colonia Guerrero y ponerle el de la querida estrella de la música folklórica.
Ahí fue donde nuestra paisana empezó su carrera musical y restaurantera, cuando puso La Casa de Paquita, un lugar en el que se comía muy sabroso y había la oportunidad de escuchar a su dueña -dueña de una voz excepcional y un estilo inigualable- que cantaba canciones muy sentidas y hasta divertidas en contra de ellos. Ahí recalaban muchos famosos de la farándula y la comunicación, como Jacobo Zabludowsky y Memo Ochoa, que fue el que la presentó en su programa mañanero de allá por los años 70 y la hizo famosa para siempre.
Bueno, pues el Barrio de Guerrero, en la zona tepiteña de la Ciudad de México, tiene como uno de sus referentes culturales La Casa de Paquita -del mismo tamaño que la UdeG, La Única de Guerrero, una cantina famosa por sus botanas-.
Imagine usted la nueva Colonia Paquita la del Barrio (de Guerrero), con su nomenclatura tan cálida como la avenida “¿Me estás oyendo, inútil?”, en esquina con la calle “Rata de dos patas”. O la privada “Tres veces te engañé”, paralela al boulevard “Me saludas a tu madre” y perpendicular a “Piérdeme el respeto”.
Cuando menos sería mejor aceptada que la jalada de las alcaldesas de Tultitlán (Ana María Castro Fernández, entrante, y Elena García Martínez, saliente) y en el Edomex con su Colonia Cuarta Transformación, que por fortuna ya van a desaparecer.