miércoles, marzo 19, 2025

Tezcatlipoca en San Juan de Ulúa (2)

Lo último

Lo que vio Bernal Díaz del Castillo

Aseguró el soldado español que él y sus compañeros se negaron a recibir el sahumerio que les ofrecían a manera de bienvenida los cuatro sacerdotes con los que se toparon al desembarcar en el islote que después llamarían “San Juan de Ulúa”. Y describe el impacto que tuvieron al observar sacrificios humanos:

“…antes tuvimos muy gran lástima de ver muertos aquellos dos muchachos, y ver tan grandísima crueldad. Y el general preguntó al indio Francisco, por mí memorado y que trajimos del río Banderas, que parecía algo entendido, por qué hacían aquello; y esto se lo decía por medio de señas, porque entonces no teníamos lengua ninguna, como ya otra vez he dicho, porque Julianillo y Melchorejo no entendían la mexicana. Y respondió el indio Francisco que los de Culúa los mandaban sacrificar; y como era torpe de lengua, decía: Ulúa, Ulúa, y como nuestro capitán estaba presente y se llamaba Juan y era por San Juan de Junio, pusimos por nombre a aquella isleta San Juan de Ulúa; y este puerto es ahora muy nombrado y están hechos en él grandes mamparos para que estén seguros los navíos para mor [contra el viento] del norte, y allí vienen a desembarcar las mercaderías de Castilla para México y Nueva España.”

“Volvamos a nuestro cuento. Que como estábamos en aquellos arenales vinieron indios de pueblos comarcanos a trocar su oro de joyas a nuestros rescates; más era tan poco lo que traían y de poca valía que no hacíamos cuenta de ello. Y estuvimos siete días de la manera que he dicho, y con los muchos mosquitos que había no nos podíamos valer, y viendo que el tiempo se nos pasaba en balde, y teniendo ya por cierto que aquellas tierras no eran islas sino tierra firme, y que había grandes pueblos y mucha multitud de indios, y el pan cazabe [pan de harina de yuca] que traíamos muy mohoso, y sucio de fátulas [cucarachas voladoras grandes], y amargaba, y los soldados que allí veníamos no éramos bastantes para poblar, cuanto más que faltaban ya trece soldados que se habían muerto de las heridas, y estaban otros cuatro dolientes, y viendo todo esto por mi ya dicho, fue acordado que lo enviásemos a hacer saber a Diego Velázquez, para que nos enviase socorro, porque Juan de Grijalba muy gran voluntad tenía de poblar con aquellos pocos soldados que con él estábamos, y siempre mostró ánimo de muy valeroso y esforzado capitán, y no como lo describe el cronista Gomara.”

Es a partir de eso que los expedicionarios mandaron de vuelta a Cuba a uno de sus jefes, con los que no tenían buena relación, Pedro de Alvarado, con quien remitieron su pírrico botín y además cartas de todos los jefes dirigidas al Gobernador Diego Velázquez, pidiendo su ayuda.

Tezcatlipoca, “El Espejo que Humea”, aparentemente el más importante de los dioses prehispánicos, principalmente entre los toltecas y los mexicas, señor de la dualidad entre la vida y la muerte y amo del Mictlán, el inframundo donde moran los fallecidos.

Relacionados

Columnistas