-Variaciones sobre el tema, ya dichas en este espacio, que es necesario reiterar las veces que sean necesarias-
Manuel Zepeda Ramos.
Mientras la guerra arancelaria en el Planeta iniciada por nuestro vecino amenaza con provocar una gran depresión mundial con evidentes signos de catástrofe, los habitantes de Xalapa y sus municipios aledaños deberíamos estar pensando en la posible escasez del vital líquido para el consumo humano como un asunto de suma gravedad.
Cuando hace más de medio siglo muchos jóvenes de aquella época intentábamos poner la inteligencia al servicio del desarrollo del hombre, nuestros maestros de las dos materias de hidráulica y la de hidrología, más las optativas del último semestre que nos hablaban de las grandes obras hidráulicas tan necesarias y urgentes «in illo tempore», junto a la ingeniería de ríos y costas o el saneamiento de corrientes, por ejemplo, todos los maestros, sin excepción trabajadores de la Secretaría de Recursos Hidráulicos o de la Comisión Federal de Electricidad, todos profesionales eminentes, tanto que fueron capaces de diseñar el Manual de Obras Civiles editado por la C.F.E, documento valioso el que durante muchos años fue el libro de cabecera de los ingenieros constructores; los maestros, digo, nos hablaban que México llevaba un registro cotidiano, de muchos años, sobre el comportamiento de los escurrimientos superficiales en el país -los ríos, pues-, que arrojaba una memoria muy apegada a la realidad para poder «predecir» -con poca certeza-, el comportamiento de cada escurrimiento, porque decían los maestros, sin excepción: el agua «no tenía palabra».
Pues con esa información detallada se pudieron construir las grandes obras hidráulicas -algunas ya con más de cincuenta años de construidas y todavía siguen generando energía eléctrica o irrigando nuestras tierras de cultivo-, que hoy son obras de ingeniería, ejemplo y orgullo para todos los mexicanos.
Es el talento de los grandes ingenieros mexicanos al servicio del desarrollo nacional.
Al segundo día de haber llegado a Xalapa en 1976, Cristina y yo recorrimos en nuestra combi el camino viejo a Coatepec y allí pude ver junto al margen del Pixquiac, canto rodado -grandes piedras erosionadas por el tiempo-, que anunciaban que, alguna vez hubo grandes avenidas y que, en cualquier momento -«el agua no tiene memoria»-, pudiera presentarse una avenida tan grande como el que provocó la presencia de grandes enrocamientos arrastrados como el que yo había observado. Me preocupé. Tanto, que hasta la fecha siempre les digo a los habitantes de la Pitaya que estén pendientes en épocas de lluvia de posibles grandes avenidas -o no, «el agua no tiene palabra»-, en esa zona. Desde que estoy en Xalapa, hace más de medio siglo, al menos dos veces la gran avenida del río ha llegado a estar a la orilla de las casas y jardines.
Lo que sí puedo afirmar -en la CDMX llueve más de 100 veces el agua que se consume, dijo alguna vez el maestro de maestros de la ingeniería, Heberto Castillo, veracruzano para fortuna nuestra-, es que hoy, en Xalapa, para intentar resolver el problema inmediato de la falta de agua en los hogares de la capital y municipios aledaños, debemos captar el agua de lluvia porque aquí en la zona llueve más agua de la que consumimos.
Y digo más. Para este año -ya vamos tarde-, debería haber en la capital de Veracruz al menos una toma en cada manzana.
Pero no crean que es difícil. Cualquier casa que tenga bien cubierto el techo con bajantes de agua, puede instalarlo. Recuerdo que un emprendedor y solidario comerciante de muebles de baño, aljibes para el almacenamiento de agua y tlapalería en general, que tiene varias sucursales diseminadas en Xalapa, ofrece u ofrecía asesoría para todos aquellos compradores que adquieran con ellos los aljibes; asesoría, digo, para poderlos instalar lo más pronto posible. CMAS también podría asesorar a quien lo solicite.
Algo muy importante. El agua de lluvia captada deberá ser tratada para el consumo humano. CMAS y CONAGUA deben ser los responsables de supervisarlo y hacerlo.
La prepa Mixta Antonio María de Rivera, su directora, maestros y estudiantes, ya nos ganó el paso a todos, porque está trabajando en serio para ello, tanto que ya tiene el ofrecimiento de CMAS para diseñar el proyecto que aprovecharía su gran techumbre para captar agua suficiente para la escuela y para viviendas de los alrededores de la escuela.
Claro que se puede. Solo se necesita -poca cosa-, la participación de todos.
¿El Cofre de Perote puede ser un generador de agua para la zona?
por supuesto que sí. Nada más que no es un asunto inmediato como si lo es el agua de lluvia.
En el próximo artículo hablaré del cofre de Perote…y de otras ideas en torno al agua.