Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El sábado anterior Alejandro “Alito” Moreno, líder nacional del PRI, visitó Xalapa para tomar protesta a los candidatos de su partido a las 212 alcaldías. Y como siempre, llegó echado pa delante y sobrado de optimismo al asegurar que al PRI le sobra carácter, determinación, juventud y experiencia.
Ora pues.
El problema es que ninguna de esas cualidades dan votos. Y si a eso se le agrega que desde hace lustros el tricolor perdió credibilidad y la confianza del electorado… uta.
Pero el campechano se pasó por alto todo eso y le volvió a cantar la bronca a Morena.
Dijo que los morenos son unos cínicos que se quieren robar la elección; que la del próximo 1 de junio será una elección de Estado; que el país está incendiado; que no se puede transitar en más del 60 por ciento de su territorio por la presencia de la delincuencia. Es decir, vino a presumir que descubrió el hilo negro. Y dijo más; pero no supe de un veracruzano que lo secundara. No oí que alguien dijera: “Alito tiene razón, vamos a votar por los candidatos del PRI para que se acabe la pesadilla de la violencia”.
La buena noticia fue que le tomó protesta a 212 candidatas y candidatos porque hasta la semana anterior, el tricolor había ajustado apenas 185. Y hubiera sido la primera vez que acudiría a unos comicios con carro incompleto.
¿Qué le espera al partido dentro de 46 días?
Los tricolores más optimistas dicen que tomando en cuenta que la intención de los votantes ronda el 8 por ciento para su partido, brindarán con cerveza si logran entre diez y doce alcaldías. Aunque ninguna de importancia porque Tuxpan, Poza Rica, Veracruz, Boca del Río, Córdoba, Coatzacoalcos y Minatitlán ni siquiera aparecen en su radar.
Quizá pudiera ser que se alcen con la victoria en Perote y Orizaba, pero seguridad como la tuvieron hace diez o quince años no la hay.
Como dato curioso y para documentar ese optimismo, hay quienes piensan que en Xalapa su candidato Silvio Lagos Galindo, podría hacer algo más que competir. Y habrá que ver.
Lo cierto lector es que el PRI llega a estas elecciones en el peor momento de su historia. Viejo, casi desahuciado, desacreditado y sin credibilidad, ahora depende de lo que hagan sus candidatos porque ya no puede valerse por sí mismo.
¿Qué queda?
Esperar los resultados del 1 de junio y hacer cambios drásticos, radicales y a fondo. Desde cambiarle el nombre al partido hasta darle las gracias a todos los integrantes de la cúpula, tanto a nivel nacional como estatales. Aunque esto se ve en chino.
Si el PRI gana en Veracruz diez, veinte o treinta alcaldías, tendrá su derrota más sonada. Aunque eso sí, habrá que prepararnos para la siguiente visita de Alito en la que vendrá a decir eufórico que el PRI “resurge” en Veracruz. Porque es capaz.
Sobre el futuro del tricolor me quedo con una frase que me dijo un amigo, priista de toda la vida. Cuando le sugerí que esperara a la siguiente elección municipal donde podría ensanchar sus posibilidades de triunfo me respondió convencido: “Tiene que ser ahora o no será nunca. Porque para la siguiente elección ya no existirá el PRI”.
De ese vuelo están las cosas en el partido.