Donald Trump está cumpliendo la mayoría de las promesas que hizo en campaña. Sigue con ello a pesar de que hoy se sabe, por ejemplo, que don PETER NAVARRO, su asesor estrella sobre aranceles, es un impostor que inventa citas y referencias académicas para justificar sus atroces ideas.
Parece que el chistecito ya le ha costado a la humanidad más de dos trillones (o billones, en castellano) de dólares. México, el socio comercial más importante de EUA, ya está en recesión.
Queda claro el conflicto de intereses del multimillonario Elon Musk, súper asesor trumpista, quien tiene gigantes contratos del gobierno estadounidense y quien por cierto estuvo a un pelo de liarse a golpes con el Secretario del Tesoro, John Bessent, mientras los gritos de ambos se escuchaban hasta la avenida Pennsilvania, en Washington.
Trump ha dicho en privado que resolver la guerra de Ucrania no será fácil como pensaba, lo que muestra la realidad de sus dotes de negociador, que tanto presumió, ha sido incapaz de detener ni un milímetro el genociodio israelí sobre los palestinos, que cada vez avanza con más hambre, destrucción y sangre de tres millones de víctimas inocentes; Trump se ha distanciado en serio de Europa, que públicamente ha reconocido que EUA dejó de ser un «aliado confiable». Lo mismo Canadá. Y lo impensable: Corea del Sur, Japón y China sesionan y analizan conjuntamente la posibilidad de crear un nuevo bloque comercial.
Ahora Trump, un convicto sentenciado por lo menos por 34 delitos, dice que resolverá pronto el intríngulis y que incluso firmará un tratado de comercio con China.
El problema es que nadie le cree y muchas de las secuelas de sus ocurrencias parecen ya irreversibles y extremadamente nocivas, para el mundo pero más aún para los estadounidenses, que sostenidamente reducen la tendencia de aprobación a su reelecto Presidente, a pesar de que apenas cumplirá medio año en el poder.
No se debe jugar con fuego cuando se gobierna y se dispone de tanto poder. Es la pistola en manos de un niño. En realidad no… es el botón nuclear, el swicht del fin del mundo.