“No mires atrás, huye” fue la consigna de dos ángeles a Lot y su esposa cuando dejaban Sodoma antes de ser destruida por castigo divino, sin embargo, la esposa de Lot desobedeció la instrucción y en castigo fue convertida en una estatua de sal. Tal dice el Génesis de la Biblia en su narrativa sobre el castigo impuesto a los habitantes de una ciudad pecaminosamente lúdica. La remembranza viene a cuento porque en la política mexicana hace solo seis años durante todo el tiempo escuchamos atribuir culpas al pasado protagonizado por quienes ahora son oposición desabrida, el PRI y el PAN, pero centralmente, el expresidente Calderón, quien fuera el villano favorito del expresidente López Obrador. Los vicios del costumbrismo político mexicano, la corrupción, la simulación, se debían a los malos gobiernos del pasado, los del PRI y los del PAN. Esa fue la cantaleta de la retórica lopezobradorista, que pronto perdió vigor una vez concluido el periodo de gobierno simbolizado por la cuartaT. Calderón ya dejó de ser la “pera loca” del régimen porque el actual gobierno sufre la pesada herencia de su antecesor. Ya poco escuchamos aquel “no somos iguales”, tampoco “el combate a las causas de la violencia” para justificar el núcleo central de los programas sociales cuya permanencia giran en torno a la ya débil capacidad presupuestaria para mantenerlos. El número de laboratorios clandestinos destruidos, las armas incautadas, los capos detenidos hacen rudo contraste con la frágil “estrategia” de “abrazos, no balazos” supuestamente para combatir la delincuencia. Ese es un pasado al cual a riesgo de convertirnos en estatua de sal es menester acudir para explicar la vorágine violenta de nuestra realidad.
Pero no solo el sector social debiera escrutar lo acontecido durante los seis años del gobierno de López Obrador, porque en cumplimiento de un deber legal el actual gobierno debiera deslindarse de compromisos ajenos al bien nacional, salvo incurrir en omisiones y complicidades. El gobierno de la presidenta Sheinbaum no está en un lecho de rosas, pues es notable la fuerte presión del gobierno estadounidense que por motivos de seguridad nacional exige al gobierno mexicano actuar decididamente para desmantelar la extensa red de complicidades entre capos y operadores políticos de alto nivel, la información sobre quienes lo personifican la tienen allá, sin duda aquí también, vox populi solo especula. Maltrecha quedará la fiscalía general cuando desde Allende el Bravo continue la filtración de nombres muy conocidos en el argot político mexicano vinculados con la delincuencia. La cuenta del rosario comenzó con alcaldes (el de Matamoros, uno de ellos), se elevó retirando la visa a la gobernadora de Baja California, y al parecer continuará con otros de no menor nivel. Eso es “información confidencial”, dice la embajada estadounidense.