Agencias/Sociedad 3.0
Una aglomeración causada por la presencia del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, en una playa del litoral de Sao Paulo generó la primera polémica del mandatario en 2021 y levantó voces de rechazo en las redes sociales por la actitud “irresponsable” del gobernante.
Bolsonaro, quien pasa con su familia unos días de descanso en una base militar del litoral del estado de Sao Paulo, paseaba al final de la tarde del viernes en una lancha en Praia Grande y, cuando la embarcación se aproximó a los bañistas, el gobernante decidió lanzarse al agua, nadar y unirse a ellos.
La presencia del jefe de Estado y sus acompañantes, que no llevaban mascarilla para el COVID-19, provocó una aglomeración de personas, que rodearon al gobernante, corearon su nombre y lo alzaron en hombros.
“En el momento en que Brasil necesita de paz y actitudes para combatir la pandemia y salvar vidas, el presidente Bolsonaro nos ataca una vez más, cobardemente. La inoperancia y el negacionismo del Gobierno de este presidente estimularon la muerte de 194 mil brasileños por COVID-19″, según el gobernador de Sao Paulo, Joao Doria.
Justo cuando Bolsonaro se unía a los bañistas, el Ejecutivo informaba de que Brasil acumulaba 7.7 millones de casos confirmados y superaba las 195 mil muertes relacionadas con el nuevo coronavirus.
“A Bolsonaro le gusta el olor de la muerte, el olor de la pólvora y el olor del dinero de las corruptelas (de uno de sus hijos, el senador Flavio Bolsonaro). Presidente: trabaje más y hable menos”, escribió el gobernador de Sao Paulo en su perfil de la red social Twitter.
Praia Grande fue uno de los doce municipios de Sao Paulo que desobedecieron las medidas del Gobierno regional de volver a la “fase roja” y endurecer el confinamiento y distanciamiento social, a excepción de los servicios esenciales, una disposición que Doria acaba de ampliar hasta el 7 de febrero.
La semana pasada, Bolsonaro arremetió contra Doria, un antiguo aliado y ahora uno de sus principales rivales políticos, quien viajó a Miami de vacaciones un día después de poner para Navidad y Año Nuevo al estado en “fase roja”, que restringe la circulación y las actividades comerciales.
Doria, quien fue blanco de críticas por “abandonar” el estado, interrumpió el descanso familiar, retornó inmediatamente a Brasil y argumentó que el motivo de su regreso fue el positivo para COVID-19 del vicegobernador Rodrigo García, quien iba a asumir el cargo durante su ausencia.
Bolsonaro y Doria libran una batalla política por la vacuna contra el coronavirus, en la que el gobernador se adelantó y ya cuenta con 11 millones de dosis y la licencia para la fabricación local del antivirus en el estatal Instituto Butantán de la empresa china Sinovac, que aguarda la autorización a su compuesto para ser inoculado a la población.
El presidente, quien al igual que Doria contrajo el coronavirus y se curó y ha sido uno de los líderes mundiales más escépticos frente a la magnitud de la pandemia, apuesta por la vacuna del laboratorio anglo-sueco AstraZeneca y la universidad británica de Oxford, que espera ser fabricada en Brasil por el laboratorio estatal Fiocruz.
Durante los picos más altos de la pandemia, Bolsonaro usó pocas veces el cubrebocas en actos públicos y solía haber manifestaciones a su favor, a pesar de estar prohibidas las aglomeraciones en el Distrito Federal de Brasilia.
Otra de las voces que se ha oído este sábado contra Bolsonaro es la de la diputada Manuel D’Ávila, quien disputó en noviembre la Alcaldía de Porto Alegre -perdiendo en segunda vuelta- y es uno de los principales cargos políticos del Partido Comunista do Brasil (PCdoB).
“Cuando el peor ejemplo para la sociedad es el presidente“, escribió en su perfil de Twitter la excandidata a vicepresidenta en 2018 en la fórmula con el izquierdista Fernando Haddad, en respuesta al vídeo que el propio Bolsonaro publicó en sus redes sociales.