miércoles, diciembre 18, 2024

La ingobernabilidad

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Por Fidel Guillermo Ordóñez Solana

Debemos entender una nueva forma en la que se manifiesta la Democracia y es cuando, existen demasiamos desiguales en el contexto de “nosotros” los Gobernados y ante la falta de equidad en las determinaciones de la “clase política”; se debe recurrir a elevar el nivel de diálogo entre los seres humanos, que forman parte de una comunidad y su propio Gobernante, que fue electo para administrar al Estado y por supuesto, dar resultados que sean favorables a todos en su conjunto.

El mejor ejemplo y simple de la Gobernabilidad, lo encontramos cuando, hipotéticamente, el personal de parques y jardines del Ayuntamiento, llega al frente de nuestra casa y pretende plantar unas flores amarillas en el arriate de la banqueta, flores que por supuesto no nos gustan. En primer lugar, no son del agrado porque nos pueden recordar un evento triste de nuestra existencia; en segundo lugar, porque es una manifestación de poder entre la decisión del Alcalde o de cualquier otro funcionario, y representa al Gobernante imponiendo su voluntad ante cualquier alegato, que nosotros le realicemos; en tercer lugar, veremos la falta de creatividad del Gobernante, por no saber escoger bien el equipamiento urbano, y de inmediato pensamos en un “negocio” para el compadre del Presidente Municipal, en la venta de esas flores amarillas.

El resultado entonces es poco favorable para las plantas, quedan condenadas a que nadie las cuide, se sequen por la falta de agua porque hasta seríamos implacables, en no dejar a la mascota familiar, haga sus necesidades en ese arriate y que podrían servir de abono; es más, en cualquier noche obscura, las quitaríamos a escondidas y sin que nadie nos viera, (de día también se puede, pero resulta menos dramático).   

Si aprendiéramos a Gobernar con Gobernabilidad, sabríamos que los mismos empleados de parques y jardines al llegar a nuestra casa, en lugar de imponernos su criterio, nos dieran la posibilidad de escoger entre cinco plantas de flores rojas, violetas, naranjas y por similares. Y, en ese momento, eureka, las plantas se van a salvar porque nosotros mismos, al escoger libremente los colores, estamos obligados a respetar nuestra propia decisión; ahora sí, todos estamos en Gobernabilidad y con ese actuar en conjunto, Gobernado y Gobernante, hacemos florecer a la Democracia. 

Por más de ciento cincuenta años, en las Cámaras de Senadores y de Diputados en México, se ocupó y abusó en las decisiones políticas, a que la mayoría hablaba por todos, se entendió equivocadamente a que la rectoría del Estado, pertenecía simplemente, a la mayoría representada en el cincuenta por ciento más uno; esa era una solución para alcanzar la igualdad entre los desiguales, como una forma de alcanzar algo que podría ser justo.

Hace algunos pocos años, en el contexto de Gobernar, nacieron fórmulas jurídicas que nos hicieron mirar hacia la equidad, que consiste fundamentalmente en tratarnos entre nosotros, con nuestras propias desigualdades y así, dialogo de por medio, llegar a una mayoría que en estos momentos, se denomina “calificada”, consistente en tomar las determinaciones de Estado, por la manifestación a favor de dos terceras partes, de los órganos legislativos nacionales y en algunos casos, de los Congresos de los Estados.

   Así hemos tratado de crecer en la Democracia, llegando a mejores consensos que permitan privilegiar, las mejores decisiones a favor de los Gobernados; pero, para que esto opere, se necesita capacidad del Gobernante en turno, una vez teniendo los oídos bien abiertos y la tolerancia necesaria para recibir la crítica, las observaciones, y entendiendo la composición pluricultural política desarrollada en estos tiempos. De esos Gobernantes, con hígados resistentes, muy pocos.

Tristemente hemos conocido de muchos casos -habremos de conocer más-, en donde el Gobernante en turno, le niega el acceso físico a cualquier ciudadano por “revoltoso”; cancela en Redes Sociales a los indeseables y de ahí en adelante, hace oídos sordos, se dedica a chapear los camellones de los bulevares, dice que va a expropiar un campo de golf, recrimina insolentemente al Procurador del Consumidor y éste a su vez le dice demente y se destaca nuestro votado, en una comunicación unidireccional, árida e infructífera.

La democracia nace en el hogar de los gobernados, en la forma en que la familia toma las decisiones de presupuesto, de vacaciones, de las escuelas, de días de descanso, de la comida al gusto de sus integrantes, del uso del vehículo o del gasto excesivo de gasolina, gas o del agua potable de esa casa.

Deben aprender nuestros Gobernantes que tienen la obligación, no de oír como si fueran padres; no, deben aprender a escuchar los reclamos de aquellos que votamos por ellos o más, de aquellos que no votamos por ellos, por el simple hecho de que somos gobernados por esa persona y se nos debe hacer caso porque, como contribuyentes del Estado que Gobiernan, tenemos todo el derecho, de que siendo desiguales, se tomen las decisiones de forma equitativa, serena y en consenso de esa mayoría “calificada” que nos conlleva a una mejor estabilidad política.

En Veracruz, la Ingobernabilidad hizo su hogar. Tendremos que expulsarla de nuestra política Estatal.   

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