No se advierte en el escenario nacional signo alguno que permita suponer un clima de tranquilidad política, debido acaso por el proceso electoral en curso o la ininterrumpida disputa entre gobierno y oposición, o entre el sector público y los empresarios. Es el reflejo de un choque de visiones contrastantes, la del presidente López Obrador pugnando por establecer un nuevo estatus en el modelo económico y las relaciones con el poder político contra quienes opinan que destruir lo establecido sin atender las circunstancias nacionales no conviene al país. Hace unos días el presidente convocó a los gobernadores a un pacto para evitar injerencias del sector público en el proceso electoral, tal sugerencia pronto quedó a un lado al introducirse la acusación de la Fiscalía General contra el gobernador panista de Tamaulipas, suscitando la protesta del panismo en pleno. Otro tema disruptivo es la petición del presidente a la Cámara de diputados federales para investigar el reporte “tendencioso y falso”, por el cual la ASF revela costos de 331 mil millones de pesos por la suspensión del aeropuerto de Texcoco. La polémica aumenta de decibeles y al parecer ya no habrá tregua entre las partes en pugna cuando está en juego el destino inmediato del país.