Si se revisan las notas periodísticas acerca de las vacunas que hipotéticamente llegan a México, somos un país privilegiado, pues no pasa un día en que deje de informarse sobre la llegada de vacunas de todo tipo de marcas: “COVAX asignó 5 millones 532 mil dosis de la vacuna contra el COVID-19 para México…”; de la Pfizer, “México tiene garantizadas 51.6 millones de dosis a través de ese sistema, que es apoyado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”. «La de CanSino, confirmado, se empieza a usar a finales de marzo» (Ebrard). Sin embargo, en realidad, después de más de dos meses de iniciado el programa “masivo” de vacunación, aún no se inmuniza a todo el personal médico de la primera línea, los de hospitales privados siguen a la espera y es lento el ritmo de vacunación diaria, ayer se aplicaron solo 49 mil vacunas para una suma de 2 millones 526 mil 863 aplicaciones de los biológicos de Pfizer, AstraZeneca, Sputnik V y CoronaVac, muy mínimo para una población de 126 millones de habitantes. Quizas sería mejor invertir la ecuación: menos ruido y discursos, con más acciones.