Cuando arrobados observamos en videos la convivencia amorosa de una temible fiera, león, tigre, o perro, gato etc., con una familia o individuo, viene a recuerdo la sabia expresión de Séneca, fiel representante de la filosofía estoica: “¿No crees que las almas pasan de un cuerpo a otro, y que lo que llamamos muerte es una trasmigración? ¿No crees en estos animales domésticos o en estas fieras, o en los sumergidos en el agua, habita un alma que en otro tiempo fue un hombre? ¿No crees que en este mundo nada muere, sino que cambia de lugar, y que no solo los cuerpos celestes discurren por órbitas fijas, sino que también los animales tienen sus ciclos y las almas su traslación?”. El tema sigue vigente, y permanecerá mientras no sepamos sobre el más allá que inevitablemente visitaremos.