El partido Morena, del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, se ha alejado de la clase media y por eso perdió votos en las elecciones, admite la secretaria general del partido, Citlalli Hernández.
Hernández señaló que Morena debe superar sus incongruencias y divisiones si quiere ser un partido fuerte que realmente transforme el país y no dependa de su líder.
La morenista habló sobre el panorama tras las elecciones intermedias en las que Morena fue el partido más votado pero no obtuvo los resultados deseados.
“Nos hemos alejado de la capacidad de construir un discurso que conecte con la clase media que tradicionalmente nos acompañaba, con el feminismo, los periodistas, el sector empresarial, y eso se notó en el ‘voto de castigo’ que hubo en la Ciudad de México”, explicó la política de 31 años.
A su juicio, esa pérdida de parte de su electorado tradicional en la capital no tuvo que ver con la labor de la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, ni con la pandemia o el accidente del Metro en mayo en el que murieron 26 personas, sino a que en la Ciudad de México se votó con una “óptica nacional”.
Los comicios del domingo fueron percibidos como una especie de referéndum sobre la gestión del presidente, un gobierno que, según Morena, ha roto con los privilegios y puesto en la mira a los más pobres. Sin embargo, sus detractores consideran que limitó el pluralismo, polarizó el país y minó las inversiones.
Morena logró 11 de las 15 gubernaturas en juego y la mayoría en la Cámara de Diputados, pero perdió algunos escaños, por lo que ahora tendrá que negociar con la oposición para impulsar nuevas reformas constitucionales.
La coalición opositora formada por los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) se ha mostrado reacia a ello, pero Hernández no descartó que ocurra porque ya sucedió, por ejemplo, cuando se creó la Guardia Nacional.
La secretaria general consideró que el avance de la oposición se debió a que logró movilizar a su electorado con un discurso del miedo que se alimentó de los errores, contradicciones e incongruencias de Morena.
“Hay una guerra sucia (…) pero al interior (del partido) yo creo que es el principal reto”, señaló. Y el problema, continuó, es que “no hay claridad de hacia dónde vamos”.
López Obrador creó Morena con políticos de muy distinta procedencia después de dos intentos infructuosos de llegar a la presidencia en 2006 y 2012. Este partido, constituido en 2014, todavía no ha madurado porque se pasó sus primeros cinco años enfocado en que su fundador llegara al poder y los otros dos inmerso en conflictos internos, dijo Hernández.
“Yo veo dos grandes visiones al interior de Morena: una que busca replicar algunas prácticas tradicionales y otra que buscamos renovar por completo toda la práctica política que no nos ha gustado en el pasado”.
En su opinión, son más los que apoyan la renovación pero es más poderoso el otro grupo, personificado por el presidente nacional de Morena, Mario Delgado, que ganó ese cargo tras unas encuestas internas muy controvertidas.
Esa división quedó latente en la elección de candidaturas, y el ejemplo más escandaloso fue la apuesta de Morena por postular al gobierno del estado de Guerrero a Felix Salgado Macedonio, acusado de violación y quien contó con el apoyo de López Obrador y de Delgado. A juicio de Hernández y parte del partido, su postulación ni siquiera debía haberse sometido a debate por cuestiones éticas.
Aunque la candidatura acabó anulada porque el aspirante no presentó un informe de gastos de precampaña, Salgado logró que le sustituyera su hija Evelyn, quien finalmente ganó la gubernatura.
“Tenemos cuadros políticos reciclados de otras fuerzas políticas, con algunos cuestionamientos sobre su trayectoria. Y esas contradicciones sin duda pesan en un electorado que está harto de los partidos tradicionales”, afirmó.
Citlalli Hernández se cuida de no criticar a López Obrador, pero subrayó la necesidad de “matizar” a veces su discurso y reconoció que no habla “con el lenguaje que muchas feministas quisiéramos escuchar”.
Pero el presidente ha incentivado las declaraciones altisonantes donde todo aquel que no coincide con su visión es un conservador y un enemigo.