En realidad, nunca antes, como ahora, una elección intermedia había despertado la expectación de esta de 2021. Tampoco existen precedentes, acaso se acerca la de 1997, de una participación tan nutrida como la que podemos observar en el curso de esta jornada. Mucho menos, hubiéramos imaginado la multiplicidad de hechos violentos en varios puntos del territorio nacional. Tiene su explicación: la actual elección se constituye en plebiscito de opinión respecto a la actuación del gobierno federal en turno, no cualquier gobierno, por cierto, sino uno que promueve sustanciales cambios institucionales, entonces, la ciudadanía vota y califica. Un ingrediente adicional para hacer diferente esta elección es la sincronía de cambios republicanos en cargos edilicios (los más apasionantes), legislaturas locales y la federal de diputados, además, el relevo de 15 gobernadores, un coctel muy explosivo que el Instituto Nacional Electoral ha sabido organizar y a la vez garantiza resultados con mucho crédito. ¿Cómo podría haber fraude con tanto ciudadano responsable participando en casillas electorales? Gana México, sin duda.