Por Edgar Hernández*
Cuando en la era Fidel Herrera estallaba un problema de inmediato inventaba otro o creaba soluciones ficticias -la llamada política ficción- para distraer a la opinión pública.
La sospechosa rapidez con que Cuitláhuac García resuelve los problemas delincuenciales es igualmente sospechosa a la de aquel ocurrente gobernante priista.
Son las llamadas cajas chinas en donde se gesta un problema a la par de otro como distractor.
Hoy, en el marco del enojo y temor ciudadano por la escalada de violencia y muerte sucedida en días pasados producto de enfrentamientos entre los cárteles del crimen organizado, la Secretaría de Seguridad Pública, que encabeza Hugo Gutiérrez Maldonado, monta un operativo en Tres Valles y mas rápido que aprisa encuentran a los supuestos culpables de la masacre en Isla.
De inmediato la Fiscalía General adelanta victoria con su clásico lenguaje de “se detuvieron a los presuntos responsables” para dar salida al enojo popular.
Así, a cada hecho de sangre este notable gobierno de la 4T, le encuentra respuesta en cuestión de horas.
Igual que en la era Fidel Herrera en donde se pescaba al primero que pasaba y le fabricaban el delito. Ya vendría posteriormente un proceso “legal” acompañado del olvido mediático y si se ponía listo el detenido y mantenía la boca cerrada, cuando descendía la ola era echado a la calle.
En esencia, sin embargo, el problema de fondo no desaparecía.
Esa es la razón de la presencia de nueve Carteles delincuenciales en Veracruz.
Es por ello la disputa territorial entre los más fuertes.
Es por ello que si la bendición oficial recae sobre el “Cartel de Sinaloa” que comandan los hijos de “El Chapo” Guzmán -perdón el señor don Joaquín Guzmán, como exige López Obrador en respeto a este hombre-, pues la guerra total.
Y valga lo repetitivo, es por ello que el Cartel Jalisco Nueva Generación, con carta de naturalización desde el 2004, seguirá defendiendo a sangre y fuego su plaza.
Por lo pronto, el gobierno federal y sobre todo el estatal en lo inmediato, cumplen con su misión de restar importancia a la masacre del viernes sin importar que en los siguientes días continúen nuevos crímenes.
En lo inmediato, el gobierno del estado ya no tendrá la necesidad de explicar los 192 homicidios mensuales que se suceden en algún punto de Veracruz por ajustes de cuentas, tampoco lo del corredor delincuencial del Istmo donde los escenarios de la narcoviolencia se dirimen entre Oaxaca y Veracruz.
Ya no tendrá que rendir cuentas de si se está investigando a alcaldes, disputados, a funcionarios del gobierno de Cuitláhuac, o a Eric Cisneros, entre otros, por sus vínculos con organizaciones criminales y, fundamentalmente, ya no tendrá la obligación de informar qué va a pasar con la seguridad pública.
Continuará asimismo la ola delincuencia de los Cárteles que tienen contra la pared a más de ocho millones de veracruzanos desde el 2018.
Será un caso para la araña saber -como dice el periodista Noe Zavaleta- si entró o no el Cartel de Sinaloa para desplazar al CJNG que cubre al 80 por ciento del territorio veracruzano y el qué va a pasar con otros Cárteles como el grupo “Sombra”, o el “Sangre Nueva, grupo Zeta” y siete más que se disputan el 20 por ciento del territorio.
Aquí, sin embargo, hay un detallito.
Si López Obrador deja la presidencia por razones de salud ¿Qué va a pasar con tanto ultrajado? ¿Qué va a pasar con Cuitláhuac -hoy más preocupado que Beatriz- si ya no tiene la asidera ni quien le ordene cómo gobernar?
Su caída sería en picada.
Hoy no nos queda de otra que encomendarnos -como dice López Obrador a nuestros angelitos con una virgen en el pecho y la oración de “Ángel de mi guarda, no me desampares, ni de noche ni de día; si me dejas solo, qué será de mí, ruega a Dios por mí”.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo