* Ahora acusa a abogados de estar en contubernio con criminales
Marco Antonio Aguirre Rodríguez
El gobernador Cuitláhuac García está desesperado, casi angustiado porque debe desaparecer el delito de ultrajes a la autoridad y no lo quiere hacer.
Y para no hacerlo, ahora hasta acusa a las barras y colegios de abogados de Veracruz de estar al servicio de la delincuencia organizada.
Todo porque dice que hay 40 jefes de plaza detenidos por ultrajes a la autoridad.
Todo para encubrir la ineficacia de la Fiscalía General del Estado que no ha podido fincarles procedimiento legal por delitos reales a estos supuestos delincuentes detenidos y que el enjuiciamiento y que se compruebe que son culpables, los mantengan en la cárcel muchos años.
Son “supuestos delincuentes detenidos” porque quién sabe si realmente haya esos jefes de plaza encarcelados en Veracruz.
¿Qué evidencias ha dado Cuitláhuac García de que los capturaron y los tienen detenidos?.
¡Ninguna!.
Supongamos que es real, que hay 40 jefes de plaza de grupos delincuenciales detenidos sólo por ultrajes a la autoridad, porque la capacidad de la Fiscalía del estado no le ha dado para poderles fincar otros delitos.
Cuitláhuac García al enarbolar éste argumento reconoce de manera fáctica que la Fiscalía de Veracruz, “su fiscalía” es incapaz de llevar las acusaciones contra estos supuestos 40 jefes de plaza más allá de ese delito elemental.
Pero también, de acuerdo con la misma titular de la Fiscalía, Verónica Hernández Giadans, había en diciembre 1,033 personas encarceladas por este delito.
¿Es justo que por la ineficacia de la Fiscalía y del gobierno de Cuitláhuac García para procesar a esos supuestos 40 jefes de plaza, los otros 997 reos que están por esta causa sigan encarcelados?.
No, no lo es.
Cuitláhuac García arremete contra los colegios y barras de abogados, pero tampoco aporta elementos que sustenten su dicho de que estos cuerpos gremiales tienen eso que el presume y que es nexos con grupos delincuenciales.
Cuitláhuac García es el gobernador y como tal le corresponde siempre, pero siempre, sustentar sus dichos.
Quiere orillar a estas organizaciones gremiales a que acepten que se mantenga el delito.
Primero buscó coptarlas con la “invitación” de su alfil en el Congreso de Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín, con una supuesta “invitación” a debatir sobre el delito de ultrajes a la autoridad, pero como nadie le hizo caso al coordinador de la peor legislatura que ha tenido Veracruz en el último siglo, ahora Cuitláhuac García los señala de contubernio con la delincuencia.
El gobernador de Veracruz se hace como dicen en el rancho, como tío Lolo, queriendo evitar el cumplimiento de la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, la cual le apuntó directamente a Cuitláhuac García que debía:
“Proponer, a la brevedad, la derogación del numeral 331 del Código Penal para el Estado de Veracruz de Ignacio de la Llave, a fin de prevenir nuevas violaciones a derechos humanos, en beneficio de la población en general residente o que transita en la jurisdicción de esa entidad federativa; remitiendo a esta Comisión Nacional las constancias que acrediten su cumplimiento”.
La propuesta se remitió, pero la presidenta de la mesa directiva del Congreso de Veracruz, Cecilia Guevara, siguiendo instrucciones, la envío a la Comisión Permanente de Justicia y Puntos Constitucionales, donde el presidente es el morenista Luis Fernando Cervantes Cruz, quien dejó la alcaldía de Pueblo Viejo para irse como candidato a diputado local, dejando un cúmulo de anomalías en ese ayuntamiento.
Cervantes Cruz mantiene congelada la propuesta, porque además nadie lo apura para que se procese la misma.
Y eso es, en parte, porque en esa misma comisión el secretario es el presidente del PRI en Veracruz, Marlón Ramírez, quien nada ha hecho por hacer avanzar la eliminación de este delito.
O al menos no se ha notado.
Así pues, el gobernador de Veracruz está desesperado porque la figura persista y para que esto ocurra está dispuesto a arremeter contra quien sea, menos contra quienes diseñaron este delito anticonstitucional.
Es lo malo de cuando los místicos se suben en un ladrillo y se marean.
O de cuando su capacidad no les da para reconocer un error y corregir.