Pareciera propio de argumento novelesco la narrativa sobre el acontecer de Javier Duarte de Ochoa y su ahora exesposa Karime Macías. Mucho de cuanto les está sucediendo guarda su vertiente más caudalosa en la propuesta que Fidel Herrera hiciera para convertir a Duarte en su sucesor en el gobierno del estado de Veracruz, fue como la tentación a Adán y Eva, quienes gustosos aceptaron entrar al juego de gobernar (es un decir) con la consigna implícita de cubrir con el manto de la impunidad al antecesor y guía político. Pero a quien le dan pan que llore, más aún en la tesitura de Javier Duarte, un bisoño aprendiz de político a quien de súbito se le presenta la oportunidad dorada de escalar a alturas previamente nunca imaginadas, sin contar con los méritos del caso. Hechura política de Fidel, cuando se desempeñó como subsecretario y secretario de finanzas del “gobierno cercano a la gente”, Duarte acumuló un aceptable patrimonio, pero la manzana envenenada del poder abrió aún más su apetito patrimonialista cuando aquel azahar de su vida lo convirtió en ¡gobernador del estado de Veracruz! Todo un acontecimiento de alto impacto en la vida de aquel matrimonio, en el cual el consorte se esforzaba por conseguir el sustento diario apenas en 2004 y en solo seis años ya era todo un potentado. Pero la tentación subió el tono de sus decibeles, y ya como gobernador y “primera dama” sin traba alguna, confiando en la impunidad de que gozaba el antecesor, supuso igual destino. Sin embargo, peor que un mapache electoral, con la ambición de riqueza a la vista de un arca abierta, los llevó a dejar huellas por doquier, con el dramático resultado que ya conocemos no solo en este matrimonio ya deshecho, sino en una legión de quienes los acompañaron en aquel despojo a Veracruz. Caso éste digno de una comedia, que por los designios ocultos de cada quien evitó el final feliz y concluye en auténtica tragedia. Duarte y Karime ya no son pareja, sin embargo, el drama los empareja de nuevo, porque uno, a punto ya de cumplir el término medio de su condena carcelaria, permanece atento a nuevas acusaciones en su contra, lo cual pudiera demorar su salida en libertad, y Karime, sufriendo la terrible posibilidad de ser extraditada a su país desde su dorado exilio en Londres. Va a luchar, dice, para revertir ese riesgo que parece inminente. “Quien esté libre de culpas que tire la primera piedra”, dijo el sabio Jesús, quien, conociendo las debilidades de la naturaleza humana, bien sabía de culpas ajenas ocultadas por la simulación; ojalá Karime consiga su propósito de mantenerse unida a seres inocentes que ninguna culpa tienen para este desenlace de tragedia. Pero, como decían los romanos Dura lex, sed lex: “La ley es dura, pero es la ley”.