lunes, diciembre 23, 2024

Loret, el Presidente y la casa de su hijo José Ramón

El presidente López Obrador está desesperado. Ya no sabe qué responder sobre el escándalo relacionado con uno de sus hijos o cómo cambiar el tema de conversación pública.

El hecho es que, hoy, 18 días después que Latinus y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) publicaran el reportaje sobre José Ramón López Beltrán, todavía no sabemos la respuesta a la pregunta central de este asunto:

¿A cambio de qué un alto ejecutivo de la empresa Baker Hughes, contratista de Pemex, le prestó una lujosa casa al hijo del Presidente en Houston, Texas, entre agosto de 2019 y enero de 2020?

Partamos de la premisa que nadie le presta a otra persona una residencia a cambio de nada. Lo que procede es que López Beltrán, el dueño de la propiedad, Keith L. Schilling, o Baker Hughes aclare si la pareja López-Adams pagó la renta del inmueble y, si es así, cuánto para ver si es compatible con los precios del mercado. En su defecto, si no hubo renta, ¿por qué Schilling prestó la casa? ¿De dónde viene la relación entre las partes? Todo esto en aras de esclarecer si existió un posible conflicto de interés o, incluso, tráfico de influencias.

¿Cuál es la información que ha salido a partir del reportaje de Latinus y MCCI el 27 de enero pasado?

1. Schilling, quien ya no labora en Baker Hughes, reconoció que López Beltrán fue su inquilino. En declaraciones para Bloomberg, aseguró que no sabía que José Ramón era el hijo del Presidente de México y “no tenía ninguna relación previa, conexión personal o familiaridad con el arrendatario o la familia del arrendatario de ninguna forma o manera alguna”. Agregó que, como alto directivo de Baker Hughes, tampoco tuvo “responsabilidad por ninguna actividad comercial o contrato en, o relacionado con, México”.

2. En el periodo en que José Ramón y su esposa habitaron la casa de Schilling, Pemex le otorgó dos asignaciones directas a Baker Hughes, sin licitación de por medio ni la aprobación del Consejo de Administración, por 194 millones de dólares.

3. La periodista Peniley Ramírez reveló que la segunda asignación a Baker Hughes, por 109 millones de dólares, la firmó Ulises Hernández, entonces director de PMI, filial internacional de Pemex en Houston, ahora miembro del Consejo de Administración de la refinería Deer Park que Pemex le compró a Shell.

4. El director de Pemex negó que el gobierno mexicano haya beneficiado a Baker Hughes. Según Octavio Romero Oropeza, las asignaciones fueron “ampliaciones”, órdenes de servicio que están permitidas por la ley.

5. No obstante, con los propios número de Pemex, se observa que los pagos de la petrolera mexicana a Baker Hughes se triplicaron durante este sexenio. En 2018, Baker Hughes ocupó el sitio número 13 de proveedores de Pemex con más pagos. En 2021 subió al siete.

6. MCCI ha reportado que la renta que pagó López Beltrán y su esposa por la casa fue de seis mil 187 dólares por mes, información que no ha sido ni confirmada ni negada por el arrendador o el arrendatario.

Esto es lo que han salido a la luz pública después del reportaje del 27 de enero. El hecho indubitable es que, al día de hoy, con la información disponible, no sabemos si hubo conflicto de intereses o tráfico de influencias.

El Presidente, en cambio, ha dirigido sus baterías contra Carlos Loret. La vieja táctica de “matar al mensajero”. Desde su púlpito matutino, ha injuriado e insultado al periodista para socavar su credibilidad. El viernes, en el último capítulo, publicó los supuestos ingresos de Loret de una fuente muy “confiable”: alguien que se lo envió a Palacio Nacional; sí, alguien de los 50 millones que “le informan”. Muy confiable…

El Presidente, de esta forma, no sólo violó la ley al dar a conocer información privada de un ciudadano sino que demostró un nivel de indecencia impropio de un Presidente. Qué indigno ver a un mandatario comportándose como politiquillo de rancho. Qué grande le quedó la investidura presidencial.

Pero no nos hagamos bolas. Lo que quiere AMLO es enviar el mensaje que está dispuesto a utilizar todo el poder del Estado con el fin de descalificar a los periodistas que están tocando nervio, es decir, los que están revelando posibles casos de corrupción en este gobierno.

Yo no sé si Loret gana mucho o poco, ni me interesa. Lo que sé es que Carlos está haciendo bien su chamba sacando a la luz pública historias que ponen en predicamento a los poderosos de este gobierno y eso tiene un gran valor en una democracia liberal. Tan es así, que el Presidente se ve desesperado.

Twitter:@leozuckermann

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