martes, noviembre 5, 2024

¿Cuál de los dos Putin?

Leo Zuckermann

Platiqué ayer con Rainer María Matos Franco, quien se encuentra estudiando su doctorado en San Petersburgo, Rusia. Rainer es uno de los mexicanos que más sabe sobre ese país. Es el autor de la Historia mínima de Rusia, publicada por El Colegio de México.

Quería saber qué pensaba Rainer sobre la invasión a Ucrania y, sobre todo, la perspectiva de los rusos sobre lo que está ocurriendo en esta guerra. De los múltiples temas que tratamos, destaco dos.

Primero, me contó que las sanciones de Occidente ya se están sintiendo en la economía rusa. Sin embargo, también están encontrando la manera de darle la vuelta a muchas de ellas. Al parecer hay unas tarjetas que quién sabe cómo operan, pero permiten que la gente siga consumiendo y sacando dinero de los cajeros, a pesar que Visa, MasterCard y American Express ya no están funcionando en Rusia. Además, los pagos internacionales los están haciendo por medio de plataformas financieras de China, país que no se ha unido a las sanciones.

El segundo punto que me pareció muy interesante es sobre la tolerancia de los rusos a lo que está ocurriendo. Para ello me remonto a mi experiencia personal.

En 2015 viajé a conocer Rusia, un país fantástico que vale mucho la pena visitar. Con los rusos que conviví, pocos, pero muy educados, todos coincidían en una cosa: odiaban a Mijaíl Gorbachov. En cambio, para los occidentales, era el héroe que abrió el sistema soviético y sentó las bases para el final del comunismo y la Unión Soviética.

Los rusos veían a Gorbachov como uno de los peores gobernantes de su historia que sólo trajo inestabilidad a su país. Me quedó claro que el orden era un valor muy importante para los rusos. Todos me contaban historias de cómo, durante la época de Gorbachov y luego la de Yeltsin, dejaron de funcionar los servicios públicos. La educación y salud públicas tuvieron un deterioro muy importante. Y siempre mencionaban el tema de la basura. Según ellos, en la época soviética las ciudades estaban limpias. Luego, con la apertura, se llenaron de basura.

Las quejas seguían. Muchos perdieron sus empleos. Ya no tenían que hacer colas para conseguir productos, pero tampoco los podían obtener porque eran muy caros. Sus rublos no servían para nada. En suma, la historia de un país en crisis, desordenado, a lo que no estaban acostumbrados.

Si todos mis interlocutores odiaban a Gorbachov, también adoraban a Putin. Y no creo que lo decían por miedo. Se sentían orgullosos de su presidente porque precisamente había ordenado a Rusia. Ya no había basura en las calles, por ejemplo. La vida era de nuevo estable y predecible como en las épocas pasadas.

Encontré, además, un gusto por la cultura del hombre fuerte al estilo Stalin. De hecho, en la Plaza Roja, la tumba con más flores que dejaba la gente, aparte del mausoleo de Lenin, era la de Stalin que, para mí, se merecía que lo incineraran y esparcieran sus cenizas en las dunas de Kalmukia.

Me quedó claro que Putin le jugaba, con éxito, a presentarse como el hombre fuerte que ordena y salva al país, al estilo de Stalin.

Regreso ahora a lo que me dijo Rainer Matos. Efectivamente, a los rusos les gusta la estabilidad. Es uno de los atributos que le ha granjeado popularidad a Putin. El problema con la guerra en Ucrania es que, si se extiende por más tiempo, inevitablemente desestabilizará a Rusia. No sólo su economía (por las sanciones), sino las estructuras sociales como sucede en una guerra que se prolonga de más.

Así llegará el momento en que Putin vea afectada su imagen por la guerra. Como dice Rainer, sobre todo en una población que, de por sí, ya lo comenzaba a ver con recelo: los menores de 40 años de edad y, dentro de ellos, los más jóvenes. Hay que tomar en cuenta que alguien de 22 años sólo ha visto a Putin como su presidente durante toda su vida.

Así que este tema de la estabilidad y la guerra podría jugar un papel muy importante en el desenlace. A Putin no se le puede desordenar Rusia porque ahí pierde una de sus grandes fuentes de legitimación.

Si Putin fuera racional, en algún momento tendría que evaluar si le conviene políticamente la guerra o si llegó el momento de hundir los costos y tratar de salvar cara consiguiendo algunas concesiones de los ucranianos. Pero luego estos dictadores, que llevan mucho tiempo en el poder y se van quedando cada vez más solos y aislados, ya no actúan de manera racional, sino que se sienten tocados por la mano de Dios con la misión de ganar a toda costa.

¿Cuál de los dos Putin prevalecerá? Eso es lo que no sabemos a ciencia cierta.

                Twitter: @leozuckermann

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