A las nuevas generaciones no les parecerá extraordinario observar como son encarcelados algunos ex gobernadores, sin embargo, para quienes transcurrimos por los aconteceres políticos de la segunda mitad del siglo XX guardamos referencias propias para establecer comparaciones entre el antes y el después, aunque en realidad lo más importante sería descifrar los porqués de estas últimas. A diferencia de antaño ahora es más recurrente el ingreso de exgobernadores a recintos carcelarios para purgar sus culpas, antes se castigaba con la expulsión del cargo a gobernadores políticamente no gratos al centro nacional del poder, el expediente de desaparición de poderes fue reiteradamente implementado utilizando al senado de la república como medio de legitimación del golpe político, el defenestrado era retirado de su función y no pasaba más. La evolución política del país permitió la creación de órganos fiscalizadores autónomos para la transparencia y la rendición de cuentas y como mecanismos de contrapesos al Poder político, así se instituyeron las Contralorías federal y estatales, la Auditoría Superior de la Federación y los órganos fiscalizadores en las entidades para controlar y fiscalizar el ejercicio del recurso público. Aunado a esto, el proceso democrático del país permitió la alternancia en el gobierno de las entidades federativas y el de la federación, fue un cambio sustantivo en las relaciones del poder político. Previo a la alternancia los relevos en los gobiernos correspondían a gente del mismo partido y aunque en el gobierno estatal el relevo no fuera “amigo” el gobernador entrante no ejecutaba acciones en contra sin autorización presidencial, es decir, el único facultado para castigar era el presidente de la república. Desde esa vertiente partieron las órdenes para castigar a Dante Delgado y a Mario Villanueva en la década finisecular. Pero la alternancia en la silla presidencial acarreó consecuencias adicionales pues la nueva correlación de fuerzas quitó al presidente la función de eje sobre en torno al cual orbitaba toda la política nacional; para empezar, los gobernadores, sobre todo los priistas, se arrogaron la función de señalar a quien lo sucedería, en caso de ganar la elección. De esa manera el sucesor se convirtió en tapadera de los desmanes de quien le antecedió en el cargo, tal cual sucedió en Veracruz con Fidel y Duarte. Pero otras suertes han corrido los gobernadores que no lograron sucesor a modo, de esto lo vimos en Nuevo León cuando Jaime Rodríguez, “El Bronco”, ganó la elección y entrando al poder encarceló a su antecesor, Medina, y ahora sufre con cárcel el no tener sucesor amigo, sino todo lo contrario. Obviamente no todo es debido a alternancias entre rivales, porque los hallazgos de la ASF también han contribuido para encarcelar a exgobernadores, Duarte entre ellos. Larga es la lista de exgobernadores encarcelados, aquí enlistamos solo algunos: Los Duarte, César y Javier, Tomás Yarrington, de Tamaulipas, Roberto Sandoval, de Nayarit, Borge, de Quintana Roo, Guillermo Pardés, de Sonora (ya liberado), etc. Son testimonios de un cambio favorable, ojalá no haya retroceso.