Ernesto Zedillo Ponde de León (1994-2000) es el último presidente de México acunados por el PRI durante la segunda mitad del siglo XX, le correspondió entregar la estafeta del poder a Vicente Fox, quien ganó ampliamente la elección del año 2000 abanderando al Partido Acción Nacional. Durante el sexenio de Zedillo el proceso de democratización tuvo importante impulso, centralmente porque el gobierno se abstuvo de intervenir a favor de su candidato presidencial en privilegio de las reglas del juego establecidas por el Instituto Federal Electoral, por tal motivo los priistas lo calificaron de traidor a su causa. Una vez concluida su gestión, Zedillo emigró hacia los Estados Unidos y allá ha permanecido adoptando como expresidente una actitud de suma prudencia y discreción. Pero el jueves pasado salió de su mutismo político al calificar como un “desastre” la gestión de la pandemia en América Latina, y apuntó abriendo fuego: “Esperemos que la ola de gobernantes populistas e ineptos que están sufriendo un buen número de países latinoamericanos sea seguida de liderazgos decididos y capaces de hacer lo necesario para que nuestras naciones se encausen firmemente en el camino del desarrollo”, No tardó la respuesta en voz del presidente López Obrador pues éste se puso el saco y reviró con una fuerte andanada contra los tecnócratas “corruptos” que “cometen sus fechorías y abandonan el país”, al tiempo de calificar a Zedillo de traidor a Salinas quien, dice, lo hizo presidente: “Si Zedillo declara eso es porque vamos muy bien, ni un paso atrás ni siquiera para tomar impulso”. Tiempos de hogaño, en los cuales campea una acentuada polarización, que por el lado de la oposición al parecer se engrosan los efectivos, y por el de la CuartaT aceleran el paso para consolidar su proyecto anti neoliberal. De ahora al 2024 tal vez haya oportunidad de conocer de cuál cuero salen más correas.