Es dato histórico el que a partir del presidente Salinas de Gortari hasta Peña Nieto no se ha dado el caso de un continuismo a modo pues sus candidatos o fueron derrotados o muertos, como ocurrió en 1994 con la muerte de Colosio Murrieta. Ignoramos si López Obrador se sumará a esa lista o romperá el maleficio dejando a alguien de sus preferencias en el lugar que ahora ocupa. Sin embargo, conforme al panorama actual, es posible lucubrar respecto al semblante que tendrá el proceso electoral de 2024, si bien son solo inferencias encuentran base en las circunstancias vigentes y las que, según se advierte, pudieran ir conformándose conforme se acerca aquella fecha. En principio, vislumbramos un escenario colmado de irregularidades, injerencia de autoridades gubernamentales y de elementos ajenos al ámbito político local, ningún proceso electoral anterior habrá sido tan vigilado como es de suponerse será el de 2024, sin duda el gobierno de los Estados Unidos estará más que al pendiente de cómo se desarrollan en México ese ejercicio democrático. Otro elemento ligado al punto anterior, cuya intervención fue bastante sensible en los resultados de la elección de 2021, es el crimen organizado que a semejanza de hierba trepadora viene cooptando posiciones de poder empezando por cuadros municipales y ascendiendo a los estatales y quizás aún más arriba. Por supuesto, un factor de no menor importancia será el grado del desgaste al que todo actor político está sujeto cuando ejerce el poder ¿el presidente conservará en 2023-24 el elevado porcentaje de aceptación que ahora tiene? Para ese entonces ¿Cuál será la reacción de la sociedad mexicana al advertir que ninguna de las expectativas generadas en materia de Salud, Seguridad, Educación, Economía, han sido alcanzadas? Debe suponerse que las obras señeras del actual gobierno, estarán concluidas y, se supone, funcionando, ¿acarrearán efectivamente los beneficios anunciados? Mucha agua habrá de fluir bajo el puente de ahora en adelante, los acontecimientos podrán ser a favor o en contra del proyecto de la CuartaT, pero sin lugar a dudas, en la medida que los programas asistencialistas se mantengan, el gobierno podrá contar con la gran mayoría de sus beneficiarios, es su voto duro, para dimensionarlo basta con sumar a quienes reciben la pensión para adultos, los becarios, los servidores de la nación y los trabajadores de sembrando vida, no es cualquier cosa. En cambio, la oposición a más de remar contra esa numerosa corriente debe encontrar cuanto antes al líder que encabece su cruzada, el pronóstico más cercano a nuestra realidad lo sugiere como condición sine qua non para competir, de otra manera, como dijera el gallego, si no, no.