viernes, abril 26, 2024

Un presidente que no escucha

Serpientes y Escaleras

Salvador García Soto

Al presidente López Obrador se le están acentuando con los años, pero también con el poder, algunos vicios de personalidad. Él mismo se definió ante los mexicanos como “necio” y mientras estuvo en campaña por la Presidencia, durante más de una década, esa necedad tal vez le fue positiva, pero ya en el poder, cuando tiene que gobernar a un país tan complejo, diverso y sobre todo tan desigual, esa terquedad e ignorancia, pero sobre todo la incapacidad de escuchar las opiniones de quienes piensan distinto a él, se le volvió algo no sólo negativo, sino sumamente dañino y peligroso para su gobierno y para el país.

El López Obrador que como candidato ofreció ser “incluyente y abierto”, atender y escuchar a distintas formas y visiones de entender al país y a la política, se transformó en cuanto se sentó en la silla presidencial en un hombre de una sola visión: la suya. Y, con un sentido totalmente utilitario, fue desechando de su movimiento político a todos aquellos que no le profesaban una lealtad incondicional y que disentían o no acataban al pie de la letra sus deseos y órdenes.

Muchos que creyeron y apoyaron su proyecto, otros que votaron por él ante el imperativo de un cambio, se fueron desencantando y decepcionando en la medida que Andrés Manuel se fue radicalizando y enseñó su rostro más vertical y autoritario.

La incapacidad del Presidente para escuchar a todo aquel que no sea un incondicional y fanático de su movimiento se ha ido agravando.

Pero lo que ayer hizo el Presidente con un grupo de actores, actrices, ambientalistas, espeleólogos y otra vez comunidades mayas que están detrás del movimiento #SalvameDelTren, que busca evitar que el tramo 5 del Tren Maya arrase con la selva y afecte los mantos subterráneos que conforman el sistema de ríos y cenotes de la Península de Yucatán, viene a confirmar que a López Obrador definitivamente ya lo perdimos y que ya no sólo es incapaz e insensible a escuchar reclamos, demandas y peticiones de la sociedad mexicana, sino que cada vez se torna más grosero, agresivo y ordinario.

“Convencen o contratan a artistas, a seudoambientalistas, supuestamente preocupados por la defensa del medio ambiente y empiezan una campaña en contra del Tren Maya. Ayer mismo se declaró como zona de reserva natural el Lago de Texcoco. ¿Cuándo estos artistas o seudoambientalistas se pronunciaron por la destrucción del Lago de Texcoco…Y ahora resulta que se rasgan las vestiduras, es una campaña en contra, porque son conservadores, son fifís”.

En los videos de la campaña aludida por el Presidente le solicitan recorrer la zona que fue modificada y que no cuenta con estudios de impacto ambiental. En ningún momento los autores y participantes al Presidente le faltaron al respeto ni lo descalificaron como él hizo con ellos. Por la forma en que responde, se ve que alguno de sus colaboradores le dio un resumen tergiversado y envenenado. ¿Se merecen los mexicanos un Presidente que los insulta, descalifica, los llena de adjetivos y encima no les resuelve sus demandas y peticiones?

Nunca fue un demócrata. Se vistió con piel de oveja como candidato para decirse diverso e incluyente, pero que ahora como Presidente actúa como el más autócrata y autoritario gobernante que no quiere escuchar a nadie ni oír nada, si no son alabanzas y coros que le hablen de lo grande que es su persona, su proyecto y su supuesta “revolución”. A este Presidente no le importa nada ni nadie más que su ego, sus prioridades y sus ansias de trascender en la historia, la frase que ayer dijo en su mañanera lo dibuja de cuerpo entero: “Yo hasta les diría a los amigos compañeros, a todos, que esto va a seguir y se va a intensificar, y como dicen en mi tierra, lo mejor es lo peor que se va a poner jajajajaja”… Capicúa de los dados. Falló el tiro.

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