¿Qué es lo más importante para una población? La salud, dirán algunos, la educación, responderán otros, la economía, se escuchará por otro lado, la seguridad, se gritará desde acullá. La conjugación de ese amasijo de prioridades sociales unifica y mantiene cohesionada a una sociedad, que traslada esas exigencias al órgano colectivo obligado a darles cabal cumplimiento: el gobierno. Éste último se conforma de acuerdo a la voluntad ciudadana, es su expresión y como tal está obligado a satisfacer las necesidades colectivas en la medida de lo posible, pero cumpliéndole al pueblo. Nuestra historia enseña que durante la mayor parte del siglo XX fuimos gobernados por una clase política cuya inspiración se ajustaba a los lineamientos emanados del Movimiento armado de 1910 e inscritos en la Constitución Política de 1917. El lema del Partido Revolucionario Institucional (nacido en 1946) fincaba sus propósitos en la Justicia Social y gobernó ininterrumpidamente hasta el año 2000 cuando fue derrotado por el PAN, que instaló “un gobierno de transición”, supuesto frustrado porque el PRI y el PRD le obstaculizaron ese propósito. Pero así es la democracia. Doce años de panismo en la presidencia no significaron grandes cambios y el PRI retomó el mando presidencial, de manera tan catastrófica que en 2018 fue derrotado por un Movimiento configurado por fuerzas de izquierda, centro y derechas entreveradas para superar al PRI y al PAN. Obviamente, el polo de atracción fue el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, cuyo discurso convenció al ciudadano promedio acerca de un posible y necesario cambio en el país, donde la corrupción y la inseguridad fueran abatidas para dar paso a un crecimiento económico del 4 por ciento anual. Solo que a tres años de gobierno ni la inseguridad ha sido combatida con eficiencia, ni la economía crece y en su lugar impera un discurso cuyo objetivo medular consiste en retener el poder a cómo de lugar. Atrás parecen haber quedado los buenos propósitos de hacer crecer a la economía y combatir la inseguridad; por el contrario, el Sector Salud ha sufrido serias mermas con el consecuente impacto a la población sin seguridad social, sufrimos una inflación devastadora y se privilegia el discurso polarizador. En ese contexto, nos preguntamos ¿qué es lo importante para México y en qué consisten sus prioridades actuales? Debemos suponer que las respuestas provenientes desde la población no serían las mismas que las del gobierno. Esa sería una señal de que ni vamos bien, ni viene lo mejor.