Don Luis Cabrera (Blas Urrea 1876-1954) fue un destacado político, analista y articulista profundamente interiorizado en el desarrollo de los acontecimientos previos y posteriores al movimiento armado de 1910, en una de sus colaboraciones periodísticas expuso el grave deterioro de los asuntos públicos debido al creciente debate entre el gobierno de Madero y las fuerzas opositoras, y por el curso de la polarización predominante publicó un análisis al cual encabezó con la pregunta del encabezado de esta nota (que anotamos para evitar imputación de plagio); la confrontación radicalizada entre gobierno y opositores presagiaba malos designios, lo cual no convenía a la buena marcha del país. Se evoca ese episodio porque ahora preocupa el intenso intercambio de descalificaciones entre el presidente de México y sus “detractores”, subrayadamente un destacado periodista. El acento lo pone la obvia desproporción de fuerzas entre ambas partes, ese contraste sugiere alevosía y ventaja, y se antoja inverosímil en un país en donde el presidente de la república hace no muchos años estaba colocado en el nicho de los semidioses, además, prevalecía el decoro sobre toda clase de consideración. ¿Cuánto se ha deteriorado la imagen presidencial en ese increíble diferendo entre fuerzas de diferente calibre y peso político específico? Sin duda, la investidura presidencial no resultará ilesa, rasgaduras ya las ha sufrido, porque el pugilato entre ambos personajes se ha tornado cada vez más ríspido, ¿Cuándo hubiéramos imaginado una imputación abierta recriminando el uso de la mentira a un presidente y abiertamente calificándolo de corrupto? En descargo, acaso no haya motivo de reclamo al comunicador por utilizar el término, porque al situarse en posición de tiro de piedra el mandatario propicio la dura embestida. No agrada el espectáculo, porque otras voces se han expresado ya en el mismo sentido respecto de la retórica presidencial (“enojado y mentiroso”, dice otro), y cuando el principio de autoridad está más al alcance del agravio que de la apología a la dignidad presidencial el significado es preocupante. El comunicador solo se defiende y responde a una arremetida desde la cúpula del poder, pero ¿quién podrá atemperar esa contienda? ¿Quién ayuda al presidente? Por ahora, el episodio es anecdótico, pero sin duda lo registrará la historia sobre estos atribulados tiempos.