Política Cero
Jairo Calixto Albarrán
Como si no fuera suficiente con tener que tolerar los arrebatos comunistas de la Dictadura macuspánica, todavía se les ocurre la peregrina idea de tratar de cobrarle impuestos a los influencers mexicanos.
No se vale que este grupo de gente culta, fina, lúcida que tanto nos han enseñado a salir de las cavernas del sentido común, que ha reforzado nuestro clasismo whitexican, sea condenado a sufrir hacendariamente como el resto de los mortales.
A ver si con esta clase de medidas arbitrarias y canallas que van contra el derecho de vivir como Claudio XXX -es decir, sin pagar impuestos-, nuestros influencers más intelectuales como JossStop, Rix y Chumel no se van a vivir a Andorra como sus contrapartes españoles que, en cuanto les dijeron que tenían que entrarle con su chivo, pusieron patrióticamente pies en polvorosa.
Si la señora López Chabadabadán, notabilísima senadora del KukluxPAN, no estuviera tan ocupada luchando contra el comunismo internacional (ya solo le falta decir en su estilo un poquito neuras que los avistamientos ovni son culpa de AMLO, pues seguramente los marcianos son bolcheviques) o exigiendo la renuncia de mi Olguita Sánchez que nomás la mira le da grima, sin duda ya estaría defendiendo a estos héroes de la libertad de expresión, siempre y cuando no sean como el periodista Vicente Serrano porque esos se merecen una terapia pelongomicera. Y ser quemados vivos como quiere Francisco Martín Moreno.
De hecho, se me ocurre que estas apariciones ufológicas, también se deben al asombro que debe causarles a los extratroskitas que Ricardo Anaya todavía no haya dicho que le dan mucho coraje, que son onsoltabol an onaseptabol los arteros ataques en contra de Alitititititito Moreno –su priista favorito después de Salinas, Lozoya Lozoyita y mi licenciado Peña— a través de unos audios donde no solo se le cuestiona su verba florida, sino que quieren comparar su voz meliflua con la de un extorsionador telefónico. Bueno, algo debe haber de eso, a juzgar por la manera en que Moreno desprecia a los de Cinépolis porque solo le dieron 24 melones en vez de los trescientos que creía merecer. Eso sin olvidar que al ritmo de “¡Arriba las manos, este es el PRIcámbrico temprano!”, le quería sacar a las compañías de aviación boletos gratis en primera clase con final feliz incluido. Chale.
Eso sí, mala onda de la Rabandán que apareciera con una playera de los Pumas, nada más para echarles la maldición.