El día 21 del mes en curso fui uno de los múltiples invitados a la Reunión Estatal de Tribunicios Veracruzanos, organizada por el líder de campesinos, Florencio Azúa Gallegos, quien contó con el generoso respaldo de Carlos García Méndez, rector de la Universidad de Xalapa, sede del evento. Debo enfatizar que gran número de los asistentes viven su septuagésima década, y algunos más son octogenarios, aunados sus años de vida acumulan milenios, pues fueron poco más de 50 los allí presentes. Con el matiz correspondiente a cada individuo se habló el mismo lenguaje, pues salvo muy contadas excepciones fue una congregación de oradores políticos, sesión larga porque casi todos hicieron uso de la palabra, adornando el recuerdo con las correspondientes inflexiones de voz, maestros de la oratoria al fin. Y en el correlato entre la edad y las circunstancias objetivas de los años mozos se produjo la identidad generalizada, todos jóvenes en las décadas de los años setenta y ochenta del siglo XX, todos protagonistas de su tiempo, vivencias y ocupaciones fueron denominador común en el periodo de cuando la oratoria sirvió para abrir las puertas del camino a la política activa. fueron los tiempos del llamado “jilguerismo”, del uso de la voz estudiada para hacer apología de los candidatos a la presidencia de México, al senado, diputados o alcaldes. La actividad de casi todos los allí invitados fue, ha sido, es, una aportación generacional a los avatares del Estado Mexicano, es constancia de rica savia de expresiones con giros retóricos de elegante filigrana envueltas en la sabiduría de la vida. Grata convivencia, sin duda, en la cual, pese a la edad de los asistentes no privó la nostalgia, porque cuando se vivió con la intensidad, al unísono del ritmo y sentimientos de la época, el recuerdo de los tiempos idos no concita lágrimas sino renovada conciencia de lo que fuimos, y plena convicción de lo que somos. Esa extraordinaria sesión de orlados conceptos fue coronada con profundo tono reflexivo y vivaz elocuencia por el doctor Francisco Berlín Valenzuela, uno de los brillantes fundadores de la Tribuna Libre de la Juventud, fue una pieza oratoria enriquecida por la familiaridad de la lectura y las experiencias de la vida. Bien por el Comité Organizador integrado por Florencio Azúa, José Luis Arredondo y Jorga Carvallo Hernández, por su eficiente convocatoria y por el empeño en seguir en la brega de nuestros días, convocando para octubre próximo a una segunda edición de este convivio de rescate histórico. Ojalá allí podamos asistir los de ahora y se agreguen muchos más para con su significativa experiencia enriquecer e iluminar el acontecer del presente.