Jairo Calixto Albarrán
Lo iba a dejar pasar, pero veo que las dulces melodías de Chico Che le generan tanto malestar a la whitexicaniza, al kukluxpanismo y al prianchuchismo tresequisgonzalero. Es curioso que estas lindas personitas que se levantan cantando el himno confederado y se siente hijos de Mickey Mouse les pueda tanto que una rola del viejo maestro tabasqueño haya sido utilizada por el autócrata para responder a la onda amenazante de los gobiernos gringos y canadienses sobre cuestiones energéticas. Como les da por el melodrama ranchero y la reencarnación de Libertad Lamarque con todo y Prudencia Griffel, parece que lo que irritó al sector opositors fue que AMLO no respondiera a las eternas y avorazadas exigencias de sus vecinos con el clásico “BienvenidoWelcome, mi casa es su casa”, y que en su lugar aplicara el irreverente y guapachoso “Uy, qué miedo, mira cómo estoy temblando”.
Es interesante que a los nostálgicos del foxiato, el calderonato y el peñismo les irrite más Chico Che, que escribió esa vieja buena rola para enfrentar guapachosamente cualquier crisis, que las fatuas, estrambóticas, pasmosas, retorcidas, borrascosas, patibularias, de pésimo y reguetonero gusto palabras de Alititititetete en su show de audios guarros. Eso sí, lo que me sorprendió fue la velocidad con la que se pusieron del lado del Tío Sam: Ildeponcho Guajardo y bots que lo acompañan, fiel a su costumbre, anunció el fin del mundo, el apolapshit total, con una pequeña ayuda de Xóchitl Gálvez que advertía sobre una serie de desastres cataclísmicos por afrentar al Imperio —porque el Imperio contraataca— y solo nos quedaba hacernos bolita para esperar el final no serena sino histéricamente.
Bueno, ya veía a mi Tatankita Córdova y a María Amparo Casar yéndose a la embajada a exigirle al embajador Salazar que soltara los sheriffes al estilo americano para acabar con el comunismo cuatroteísta que osa, ¡a quién se le ocurre!, darle prioridad a las empresas mexicanas como Pemex o CFE, antes que a las compañías extranjeras tipo Iberdrola. Cómo voy a creer que este gobierno tenga la osadía y el pésimo gusto de seguir esas malas costumbres nacionalistas y nacionalizadoras
de mi general Cárdenas. No se vale.
Espero que los berrinches de la banda opositora no acaben con la tradición muy mexicana de que pasado un movimiento telúrico, siempre intercambiamos impresiones al ritmo de “¿Dónde te agarró el temblor? ¿Dónde te agarró el temblor?”
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