El estado de México, junto con Coahuila, son las únicas entidades donde ahora gobierna el PRI (porque, aunque en Oaxaca e Hidalgo, sus gobernadores tienen origen priista, sería erróneo afirmar que allí gobierna el PRI); en aquellas entidades habrá elecciones en relevo de gobernadores en 2023, pero son las del estado de México las que polarizan la atención, fundamentalmente porque se trata de la entidad con mayor número de votos, con un padrón que representa el 12 por ciento del nacional, lo cual es altamente significativo y cuanto ocurra allí con la voluntad ciudadana el año próximo tendrá un contundente impacto en la elección federal de 2024. Pero no por eso podemos considerar esa elección como un “laboratorio” previo a la de 2024, sencillamente porque cada entidad federativa mantiene características propias, de tal modo que electoralmente se diferencia de las otras. La extensión territorial, su población en edad de votar, el número de distritos electorales, el número de municipios en su división política, el partido en el gobierno, los grupos políticos de mayor protagonismo etc., son elementos a considerar, y esa versatilidad hace sustantiva diferencia. Luego entonces, vale la interrogante ¿de qué manera aplicar en otras entidades los procedimientos y estrategias implementadas en el proceso electoral mexiquense? Sería muy complicado ajustarlo a circunstancias objetivas distintas, incluso en entidades de también abundante universo electoral, como la CDMX, Jalisco o Veracruz. O más específico, ¿cuál será la similitud en el ramo político electoral entre el estado de México y Veracruz? Aparte del nutrido padrón electoral (el factor más cercano, pero de lejos el mexiquense es dos veces mayor) no se encuentra otra analogía. Por otro lado, con mucha frecuencia se ha magnificado el poder político del llamado Grupo Atlacomulco, como si de éste proviniera necesariamente una determinante política, porque en estos tiempos es ya una auténtica entelequia que de cualquier modo no encuentra réplica en nuestro solar político, y ni modo de compararlo con algunos de los grupos de influencia política en Veracruz. En fin, esta reflexión resulta de la insistente repetición sobre aquello del “laboratorio electoral”, que en última instancia es debido a la patente inclinación de los “observadores” y la comentocracia a repetir irreflexivamente lo que escucha o lee. Pero esto es solo una perspectiva que de ninguna manera pretende la verdad absoluta, e incluso podría ser errónea. Salvo mejor opinión.