Política Cero
Jairo Calixto Albarrán
Cómo te devuelve la fe en la humanidad que los algoritmos serenos y antimorenos del sector opositors concentren su acoso contra el hijo menor de López Obrador de una manera que harían ruborizar a un sociópata, a un acosador babeante y a un jéiter serial. Es prácticamente un ejercicio beatífico el método al que recurren los bots calderónicos-prianchucheros-tresequisgonzalistas-kukluxpanistas para orillar al jovencito a experimentar una pesadilla que les hubiera costado transitar a Mark Twain y a Charles Dickens.
De enanos del tapanco a comunicadores de muy lampareado abolengo atacaron al muchacho con esa lógica porfirista del Sonora Grill. Y todo porque en vez de irse a Tepetongo a tepetonguear, andaba en el aeropuerto de Londres. Con ropa y todo, en lugar de andar con taparrabo y huaraches de llanta como correspondería a su condición morenaca. Una serie de reflexiones profundas, inteligentes y admirables donde con ánimos chumelescos linchan a Jesús Ernesto como tendrían que linchar, por ejemplo, al ex presichente Fox por la manera en que con cada tuit destruye los principios del conocimiento científico y de la ortografía.
O irse con ese mismo furor forense contra el Cártel Inmobiliario del PAN al que según un juez ya no se le puede decir cártel inmobiliario aunque se comporte, gracias a Taboada, Vizcaíno y Romero, como un cártel inmobiliario que donde pone las pezuñas azufrosas crecen condominios que hacen de un clóset un departamento de interés chenchual.
Por alguna extraña razón —seguramente de naturaleza alazrakiana, ferriciana y chikiliquadrada— en la oposición se piensa que triunfarán pírricamente sometiendo a un chico a terapias de acoso que merecerían Chayito Robles y mi licenciado Peña por la Estafa maestra, no se diga los panistas entregados a Odebrecht, o los priistas atrapados en el laberinto de Alito, el falso fauno. Pero no; con estas acciones desesperadas encabezadas por la changolionizadora número uno, Lilly Téllez (ya solo le falta sacrificar pandas y totoabas para tumbar a la Cuatroté) seguirá su estrepitosa caída en el rating.
Meterse así con un menor de edad los va a condenar a la maldición de que Chole les agarre de la mano por toda la eternidad. O que les caigan las demandas, como le puede pasar a Xóchitl Gálvez por andar stalkeando con delectación fanática la casa de José Ramón López Beltrán, en vez de auscultar la barda que protege la refinería inexistente de Calderón.
#ConLOsNiñosNO