Grande debe ser la preocupación del presidente López Obrador ante los brotes de violencia surgidos la semana pasada, en preocupante continuación de los que se han venido sucediendo en los últimos meses. Tal perspectiva obliga al ejecutivo a comunicar: «Decirle al pueblo de México que estén tranquilos, hay gobernabilidad, hay estabilidad…”, al tiempo de atribuirle a la acción de quienes considera sus adversarios el magnificar los hechos acontecidos en Chihuahua, Guanajuato, Jalisco y Baja California. En otro momento, el primer mandatario había expresado: «Debemos de procurar siempre mantener relaciones de cooperación, respeto a nuestras soberanías y de amistad entre los pueblos de Estados Unidos y México, y desde luego, procurar resolver de manera pacífica y mediante el diálogo todas las diferencias, no pelearnos con el gobierno de Estados Unidos«, quizás para disipar en parte aquel lamentable episodio del “Uy qué miedo” de Chico Ché, cuando recién se hizo pública la petición de consulta del gobierno de los Estados Unidos respecto a posibles violaciones al T-MEC por parte del gobierno mexicano. En ese contexto, es posible advertir la muy peligrosa combinación del brote de violencia protagonizado por grupos delincuenciales, con la agudización en un posible diferendo comercial, ambos puntos de una agenda del gobierno mexicano a los que difícilmente podría atender con éxito y sin consecuencias para la estabilidad económica y social del país. Se aprecia una buena actitud del gobierno, aunque no se percibe como correcta su perspectiva respecto a minimizar los violentos acontecimientos en las referidas entidades federativas; porque su sucedido es innegable y porque significan un abierto reto al Estado Mexicano. Y no se observa muy sano el pretender reducirlos a la acción de adversarios políticos pretendidamente para “crear un ambiente de incertidumbre en el país y de inestabilidad incluso recurriendo a las mentiras y maximizando los disturbios que hubo…”. Porque el número de víctimas es preocupante: «Así estuvo el fin de semana (informa el presidente), esto fue viernes 62, sábado (72) y domingo (62) Fue de los fines de semana, aunque parezca increíble con menos homicidios, sin embargo, por la propaganda la percepción es otra y tiene que ver con el interés de quienes llevaron a cabo estas acciones de hacer también propaganda, quema de vehículos, quema de Oxxos». ¿Son pocos solo por ser de menor cuantía que las 260 víctimas reseñadas por “la oposición”? No parece ser buena estrategia reducir un abierto reto al gobierno federal y al Estado Mexicano a un diferendo entre el gobierno y sus adversarios. Porque la violencia de la cual ha sido testigo todo México y difundida a todo el orbe es un hecho real que provoca muertes y víctimas inocentes, incluidos los daños materiales y afectaciones al patrimonio de inversionistas y las fuentes de trabajo que se vulneran. Ojalá no se repitan, pero ¿Quién lo garantiza? He allí la cuestión.