Agencias/Sociedad 3.0
Al recordar el «cualiacanazo», el exlíder nacional del PAN, Ricardo Anaya, acusó que las “amenazas y chantajes” del crimen organizado surgieron luego de que el Gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador «se dobló” cuando dejó en libertad a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín «El Chapo» Guzmán.
En su video semanal que publica cada lunes desde hace varias semanas, el político comentó que las malas decisiones tienen consecuencias, por lo que López Obrador no puede respaldarse en decir que todo es herencia del pasado, cuando lleva cuatro años como mandatario federal.
“Si el gobierno cede una vez a sus amenazas o chantajes, ya le tomaron la medida. Y la siguiente vez la amenaza y el chantaje va a ser peor. Así funciona. Y parece que esto lo entiende cualquiera, menos López Obrador”, expresó el panista.
Desde que AMLO dejó en libertad al hijo del «Chapo», integrantes de organizaciones delictivas bloquean calles, queman camiones y atemorizan a la población, como lo hicieron en Jalisco, Guanajuato, Tamaulipas, Baja California y en otros puntos del país, además se atreven a perseguir y humillar a los soldados, cuando autoridades realizan operativos en su contra, señaló Anaya.
“Hay que decirlo con claridad: las malas decisiones tienen consecuencias. Y López Obrador no puede salirnos con el cuento de que todo esto es herencia del pasado, después de más de 4 años de gobierno. Son sus decisiones, es su política absurda de ‘abrazos no balazos’, la que tiene al país ensangrentado”, afirmó.
El panista señaló que el “punto de quiebre” en el actual gobierno fue cuando en un operativo, López Obrador dio la orden para soltar al hijo de “El Chapo”, Ovidio Guzmán, ello, después de que criminales quemaron camiones y dispararon a los soldados.
“¿Qué hizo el gobierno ante la amenaza? El gobierno se doblo”, mencionó.
Ante ello, cuestionó cómo “no va a andar los criminales extorsionando y matando si saben que en lugar de combatirlos los van a proteger”.
Por eso, el panista propuso cambiar la fórmula: “ni abrazos ni tener que vivir entre balazos: Aplicación de la ley y de la fuerza legítima del Estado.