v No hay mala administración que dure cien años ni pueblo que lo soporte
v El próximo 30 de noviembre la presidenta tiene que dejar el cargo
v Sus declaraciones controversiales, como la de comprar un sapito
Por Miguel Ángel Cristiani González
Asegura la sabiduría popular, que no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo soporte, por eso es que la buena noticia es que finalmente la todavía presidenta del Poder Judicial en Veracruz Isabel Inés Romero Cruz concluirá su período -ampliado- el próximo 30 de noviembre y tendrá que marcharse a casa.
Entrevistada hace unos días en las famosas Guardias de Honor por las fiestas de Independencia en el parque de Los Berros, Isabel Inés Romero Cruz aseguró que su período como presidenta del Tribunal termina el 30 de noviembre y que en esa fecha que concluye el período que le otorgó el Congreso del Estado para que no se retirara desde el pasado mes de abril en que cumplió los 70 años que es el límite establecido en la ley para ocupar el cargo.
Sin embargo, a la señora presidenta del Tribunal, se le concedió una prórroga para que siguiera hasta noviembre de este año.
La buena noticia es que ya no buscará continuar en el cargo, que ha sido controvertido desde que regresó al poder Judicial luego de que ya había sido jubilada por la edad tope para ser juez, pero en gobernador del Estado, Cuitláhuac García Jiménez la propuso como magistrada, luego de un año de haber sido retirada.
La nombrada magistrada presidenta del Tribunal Superior de Justicia en Veracruz, Isabel Inés Romero Cruz, llegó al Poder Judicial en 2019, como parte de las 13 propuestas para ocupar el cargo.
“Ya me voy, yo ya cumplo el 30 de noviembre el término que los magistrados me concedieron para estar como presidenta del Poder Judicial del Estado y como ya cumplí mis 70 años, yo me voy, no voy a hacer nada para seguirme quedando”, declaró.
Una de sus recientes declaraciones que fue muy cuestionada, es sobre de que los empleados de los juzgados deberían de hacer coperachas, para comprar los insumos de limpieza, como va a ser posible que no puedan comprar un sapito para los baños, criticó.
Pero lo cierto es que no se ha sabido administrar correctamente el presupuesto del Poder Judicial en el Estado, que es de mil quinientos millones de pesos, la mayor parte para pagar elevados sueldos, compensaciones y demás ingresos de los funcionarios.
No es posible que si se le autoriza un presupuesto anual, para gastar en doce meses, a mediados de año salga con que ya no hay dinero y le tienen que autorizar una ampliación para seguir pagando los gastos corrientes.
Se supone que precisamente antes del 15 de septiembre, debió de haber entregado ya al Congreso del Estado la solicitud del presupuesto que se pretende ejercer para el año próximo, pero como no hay transparencia en la información de los recursos ni cómo se gastan, pues tampoco se sabe si ya se cumplió con esa obligación.
De cualquier manera, sería muy interesante, que el Órgano de Fiscalización del Congreso el famoso ORFIS le practicara una auditoría a fondo, para determinar en qué se gastan los mil quinientos millones de pesos del presupuesto, para que con esos datos, los diputados puedan determinar si le van a seguir autorizando nuevos incrementos a los gastos del Tribunal Superior de Justicia.
«Ya lo estamos preparando, estamos muy bien, de verdad. Dejo un Poder Judicial muy bien. Lo estamos preparando (el presupuesto), estamos bien, hemos hecho muchos ahorros, no tenemos lujos, no tenemos nada», aseguró.
La semana pasada, abogados del puerto de Veracruz, se manifestaron públicamente en contra de la disposición de trasladar los juzgados hacia la ciudad de Cardel, por todos los inconvenientes que la medida resulta para la adecuada impartición de justicia, por principio, el tener que trasladarse litigantes y demandantes hasta la población.
Lo bueno es que ya falta muy poco para que termine la pésima administración de la magistrada presidente del Tribunal Superior de Justicia.
Habrá que ver quien viene a ocupar su lugar, porque siempre se dice que no puede haber otro peor y resulta que sí se puede, llega otro y otra peor.