Minuto
Mar de León
También debería llamarse mal de oído, porque Xalapa es una ciudad construida en un cerro rodeado de otros cinco cerros, lo cual genera una acústica interesante: si alguien estornuda se escucha a 30 cuadras a la redonda.
Llegar aquí desde otra ciudad da la sensación de arropo como los abuelos cuando abrazan a su nieta o nieto cuando lo necesitan.
Un grupo de psicólogos hizo pruebas a varios bebés para ver cómo reaccionaban ante ciertas situaciones sociales. Por ejemplo, una señora pone a un bebé a realizar una actividad simple como colocar cubos de plástico en un recipiente. Después, como parte de la prueba entra alguien más a criticar lo que está haciendo el infante de ocho meses. El niño ya no quiere seguir con la actividad porque la persona que lo critica está presente y ahora le incomoda hasta moverse.
Regresando al tema de Xalapa, en mi caso muy particular, la ciudad se convirtió en una cápsula llena de personas que critican; critican la ropa que usas, la forma en que caminas, si eres muy moreno, si eres muy blanco. Es lo más parecido a lo que en la antigua Grecia llamaban mal de ojo.
La creencia consiste en que algunas personas tienen el poder de hacer que pasen desgracias con tan solo una mirada. Pero hay manera de protegerse de esto. Se pueden usar artefactos llamativos para que toda la atención del criticón se vaya hacia ese objeto.
Tomándolo en cuenta, me percaté de que mi mejor protección para el mal de ojo es mirar, observar y describir, porque también advertí que habemos personas paranoicas que si no observamos lo que está pasando, nos pueden asaltar. La idea principal que quiero decir es que poner atención a los detalles al caminar en una ciudad como Xalapa, es indispensable para la defensa personal, sobre todo de una mujer.