No sé en su colonia, pero en la mía, es usual ver a gente que corre en el arroyo vehicular que por los riesgos que ello implica, debería ser “arrollo”…
No sé en su colonia, pero en la mía, es común ver a gente de la tercera edad bajar al arroyo vehicular para caminar a orilla de la banqueta, con los consabidos riesgos…
Ésta no es exclusiva de mi colonia, sino de gran parte de la Xalapa… entradas a estacionamiento con una inclinación de 45 grados, a veces una superficie áspera o si no, casi lisa, que hace que nuestra tercera edad y a veces hasta segunda, tengan que descender al arroyo vehicular, por temor a tropezar o resbalar y caer, lo que a esa edad una caída implica…
Tampoco es exclusiva de mi colonia que las banquetas, incluso, las áreas verdes, sean ocupadas como aparcamiento, por lo que el peatón muchas veces tenga que descender ¡de nueva cuenta! al arroyo vehicular…
O qué decir de los genios del volante que muchas veces tienden a estacionarse justo en las esquinas impidiendo el paso del peatón para cruzar la calle…
Esto es unos ejemplos de andar a pata… ahora, ¡andar en carro es otra cosa!
Al menos en mi ciudad, conducir detrás de un autobús de servicio urbano implica el riesgo de que de repente, tu unidad sea cubierta por una oscura nube de humo saliendo del escape del “urbano”…
Otra de las gracias que conlleva ir detrás de un “urbano” es que si lo haces en alguna de las estrechas calles de Xalapa, irás al ritmo del camión y podrás contar el tiempo, los que bajan, los que suben y las paradas que hace, hasta que llegas a una avenida con dos carriles…
Ir detrás de un camión de servicio urbano te obliga a cuestionar al Universo: ¿cómo es posible que en tan pésimas condiciones, ya no de afinación, sino de pintura, ausencia de focos, hasta de placas en alguna ocasión, con anuncios cubriendo ventanillas y portaplacas, circule esta cosa en la capital del Estado…?
Para la mayoría de los conductores, las franjas amarillas que se ven a lo lejos no tienen ningún significado aun cuando haya en sus extremos, personas esperando ¡una oportunidad! para cruzar por allí una vez que hayan hecho los cálculos necesarios (velocidad del carro; velocidad con la que puede atravesar la calle; la distancia entre el carro y la persona; la distancia entre la persona y el otro extremo de la calle; más variables como una cáscara de plátano en medio del paso peatonal; otro carro que de repente aparezca a más velocidad, etcétera)…
Para la mayoría de los peatones, las franjas amarillas que aparecen por lo regular en algunas esquinas, no tienen caso… ¡se cruzan por donde se les da la chingada gana!
En fin… todo estos casos tienen que ver con movilidad… la mayoría de la gente de la tercera edad baja al arroyo porque las condiciones de las banquetas no son aptas para ellos ni para personas con discapacidades motrices o visuales…
Muchas casas se hicieron sin pensar en un aparcamiento, por lo que ahora, su problema lo estacionan en la banqueta, en el área verde, o en el arroyo vehicular, robando un carril a la calle.
Estamos a años luz de un servicio de transporte urbano que busque el reducir el uso de vehículos particulares porque por una calle pueden atravesar tres, cuatro, cinco rutas además de que la calle es un “estacionamiento público” que roba un carril al flujo vehicular. Las paradas del servicio urbano son constantes porque si puede, en cada esquina se detiene. El usuario no quiere caminar y prefiere evitar la fatiga a costa del tiempo.
Por esto y otras cosas más, pero en especial las que dicta la Agenda 2030, para el Desarrollo Sostenible, en su apartado Ciudades y Comunidades Sostenibles, enmarca algunas acciones en materia de movilidad y seguridad vial y si a ello le agregamos que el pasado agosto, el diputado Othón Hernández Candanedo presentó una iniciativa sobre Movilidad y Seguridad Vial, es necesario que autoridades en sus diferentes niveles, pero en especial, el ciudadano, entienda el trajín diario o el de sus familiares, así como el desarrollo urbano de la colonia o ciudad.
Uno les platica las cosas cotidianas que se viven como peatón o conductor, pero el diputado Othón nos presenta otra realidad: En 2021, 3 mil 807 personas resultaron heridas y 92 fallecieron en Veracruz, a causa de un siniestro vial.
Otro dato interesante que agrega el diputado, es el de incorporar la perspectiva de género en el diseño, planeación y mejora de las vías públicas para generar las condiciones que garanticen la movilidad, seguridad vial, libertad y disfrute de las mujeres y niñas en un medio ambiente sano, integrándolas y visibilizándolas.
Lo expuesto aquí, de manera particular, es lo que uno alcanza a ver… la propuesta del diputado Othón es más amplia, ambiciosa, y quizás hasta visionaria en un mundo donde aún tenemos legisladores que los agarran en el Alcoholímetro; donde tenemos “urbanos” que parecen ser impulsados por quema de leña verde; cuando nuestros ancianos se sienten más seguros bajar al arroyo vehicular que en la banqueta, pero no por eso reñimos con la idea de Hernández Candanedo: Un Veracruz que busque mejorar la vida de las personas que a diario transitan las vías públicas, asumiendo un compromiso real por su vida, por seguridad, por su salud física y mental; a favor del medio ambiente y de ciudades modernas, civilizadas en su educación vial; porque tenemos ciudades que no están hechas de calles anchas pero sí de congestionamiento vial y estrés; por eso es necesario aumentar la movilidad en calles donde la gente transite segura, donde se use más la bicicleta, donde el transporte público otorgue el mejor desplazamiento de quienes día a día hacen más productiva nuestro Veracruz… se tiene hasta el 2030, pero si se avanza, sin duda, será mejor.