jueves, mayo 2, 2024

De Zedillo a Peña Nieto

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En el año 2000 se produjo la catástrofe electoral más grande para el Partido Revolucionario Institucional al perder por vez primera la presidencia de la república, aquello tuvo los efectos de un cataclismo al interior del Sistema Político Mexicano, porque su brazo electoral había sido seriamente fracturado. No fue un hecho inesperado, mucho menos sorpresivo, porque en 1989 el PRI debió entregar al PAN la primera gubernatura estatal, algó inédito desde su fundación en 1946. A la pérdida de Baja California, durante la década finisecular se multiplicaron los triunfos de la oposición PAN-PRD al ganar Guanajuato, Chihuahua, Michoacán, Tlaxcala, Yucatan, Zacatecas y el gobierno de la Ciudad de México. Previamente, en muchas capitales estaduales el poderío electoral priista había sucumbido. En Veracruz, pasaron al dominio de la oposición: Córdoba, Coatzacoalcos, Orizaba, Veracruz, Boca del Río, Xalapa, etc. Ahora, en retrospectiva es entendible ese proceso, pero en tiempo real no se dimensionaba en su exacta magnitud. Incluso, aunque preocupante y extraño los múltiples cambios en la dirigencia acional priista se atribuían al estilo de gobernar de Ernesto Zedillo, un economista catalogado como un “tecnócrata”, esa clase de político cuya participación devino junto al modelo económico neoliberal que al interior del PRI desplazó en los altos mandos a la clase política tradicional. Zedillo fue presidente durante el periodo 1994-2000, su enfrentamiento con el expresidente Salinas lo obligó a adoptar una actitud de defensa personal que se proyectó incuestionablemente al ámbito político tendiendo puentes con la oposición para abrigarse contra los embates que seguramente vendrían al término de su mandato. En esas circunstancias abrió las puertas al debate ciudadano para proyectar las reformas político-electorales que satisficieran a la oposición, de allí la Mesa de Bucareli y el Grupo San Ángel, cuya participación derivo en las propuestas del PAN y del PRD para reformar el Código Electoral (COFIPE), contribuyendo a una auténtica apertura democrática que desembocó en la derrota electoral del PRI en 2000. Por ese acontecimiento histórico desde el PRI se tildó de traidor a Zedillo, quien prácticamente se exilió del país y como expresidente ha sido lo más discreto posible. ¿Fue Zedillo realmente un traidor al PRI? Los múltiples relevos en la presidencia del PRI ¿tuvieron como intención debilitar a este partido para menguar su competitividad en el 2000? Este tema ha sido objeto de análisis y de variadas conclusiones, aunque lo históricamente cierto radica en la inobjetable tendencia del desgaste priista a partir de la elección de 1988 y el creciente empuje de la oposición, lo cual tendrían como epilogo la derrota priista. Enrique Peña Nieto ¿entregó el poder a MoReNa? Es asunto de fresco acontecido y aún humean las urnas del 2018, una elección que se materializó en un auténtico sunami para el PRI, para el PAN y el PRD, porque los tendió en la lona y así permanecieron en estado catatónico por dos años más; mientras, en el discurso mañanero se escucha mucha retórica en contra del pasado, incluso del más inmediato, pero solo contra Fox y principalmente contra Calderón, porque a Peña no se toca ni con el pétalo de una rosa. ¿Señal del posible contubernio entre Peña y MoReNa? ¿Quién lo sabe? Sin embargo, lo objetivamente visto nos dice que el enojo social, las enormes desigualdades socioeconómicas en la población mexicana, y la corrupción inocultable actuaron en sinergia con el indiscutible arrastre popular de Andrés Manuel López Obrador; y contra el empuje de ese tren, ni el PRI, ni el PAN y menos el PRD habrían podido contenerlo. ¿Se repetirá la historia en 2024? Poco vivirá quien no lo vea.

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