Los moradores de Xalapa están empezando a disfrutar los beneficios de que por fin tienen un alcalde eficiente, después de los cuatro años de soledad que tuvieron que aguantar con Hipólito Rodríguez Herrero, un doctor en ciencias sociales que terminó siendo conocido como el estreñido, porque -decían- llegaba a su oficina del Palacio Municipal, se sentaba ¡y no hacía nada!
Ricardo Ahued Bardahuil alcanzó la presidencia municipal con un altísimo número de votos, pero también con una enorme cantidad de pendientes, todos los que se pueden acumular después de un cuatrienio en el que del Ayuntamiento no salía ninguna acción que sirviera para mejorar la ciudad.
Baches por todos lados, jardines y parques descuidados, abulia criminal de los funcionarios, sospechas de corruptelas en muchas áreas de la comuna, distancia o soberbia en el trato con los ciudadanos, funcionarios sin el perfil necesario, obras mínimas y mal hechas… las cuentas de la administración de Hipólito no podían ser más malas y lo catalogaron como el peor presidente de la historia de la capital (y mire usted que había habido algunos bastante malos antes).
Así, la administración que tomó las riendas el primer día del año -integrada esta vez sí por xalapeños capaces, preparados, con conocimiento de las condiciones de la ciudad, empezando por la propia cabeza- arrancó con un plan intenso para remediar los males que aquejaban a la infraestructura citadina, para componer lo descompuesto, para rehacer la relación de la autoridad con los ciudadanos, para restañar heridas, para restablecer la calidad de vida de quienes viven en la capital de un estado tan importante como es Veracruz.
Los números de Ahued hablan por sí solos: este año se han hecho 280 obras municipales de todos los calibres, se han ido renovando las luminarias inservibles -que eran muchísimas en toda la ciudad-, se mejoró sensiblemente el servicio de limpia pública, se agilizaron los trámites ante el municipio.
Dicen los conocedores que en esta segunda ocasión en que está al frente del Ayuntamiento de Xalapa, Ricardo Ahued la tenía muy difícil y muy fácil al mismo tiempo. Difícil, porque las condiciones cívicas, morales y materiales del municipio eran deplorables.; fácil, porque cualquier acción que emprendiera en beneficio de la ciudad se notaría de inmediato, dada la desastrosa administración de Hipólito, que todavía tiene el cinismo de decir que no lo hizo tan mal, según cuentan las muy escasas personas que atinan a tener algún trato con él.
No faltan quienes ven en Ahued Bardahuil a un gallo para la gubernatura en 2024, dadas sus capacidades en la orientación de las políticas públicas hacia el bien común.
Y en eso sigue trabajando.