En la Ciudad de México, donde fue la mayor concentración, participaron cientos de miles de ciudadanos que llenaron cuadras y cuadras del amplio Paseo de la Reforma.
Y en verdad que en las fotos y videos se advierte que eran muchos, muchos.
No las «10 mil o 12 mil» personas que contó el morenista Martí Batres, segundo de a bordo de la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, quien se atrevió a dar esa cifra ridícula con tal de quedar bien con su jefa y con su patriarca.
El propio Presidente de la República va a tener que salir a reconocer en la Mañanera de hoy que numerosos contingentes de ciudadanos desfilaron por unas 50 ciudades del país exigiendo respeto al Instituto Nacional Electoral.
Y tendrá que dar una respuesta seria a esos miles que tomaron las calles y exigieron respeto al INE.
Y no fueron ciudadanos acarreados en autobuses alquilados con dineros públicos, no acudieron atemorizados por la amenaza de que perderían su empleo gubernamental o alguna de las becas de bienestar que ofrece el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Fue una demostración multitudinaria del espíritu democrático del pueblo mexicano y de lo bien que se aquilata nuestra institución electoral, que mantiene mayor aceptación popular que el propio AMLO.
Ayer fue un día histórico y marcó una frontera en la lucha por la preservación de las instituciones democráticas de nuestro país.
No le funcionaron al morenismo las medidas extremas que tomaron sus gobiernos con el fin de desalentar las marchas.
Fue grotesca la medida de declarar una contingencia ambiental en la CdMx para que no pudieran circular los vehículos que llevarían a los manifestantes al lugar de arranque de la marcha.
El problema para el Presidente es que este movimiento va a seguir creciendo sin remedio.
Y 2024 está a la vuelta de la esquina.