viernes, abril 26, 2024

Sobre la marcha de ayer

Fui a la marcha de ayer en contra de la reforma de López Obrador que tiene el objetivo de capturar el INE y el Tribunal Electoral. Mi primera sorpresa fue ver la gran cantidad de gente que asistió. No quiero entrar a la discusión de los números donde fuentes gubernamentales publicaron cifras inverosímiles. Lo que yo vi es todo Paseo de la Reforma lleno de manifestantes tratando de llegar a la Plaza de la República.

En mi caso, cuando arribé, ya había terminado el discurso del único orador del evento, José Woldenberg. El gobierno podrá divulgar sus números irrisorios, pero la realidad es que en la Ciudad de México y otras urbes del país salieron miles de mexicanos a protestar en contra de la captura del INE y el Tribunal.

Creo que los manifestantes de ayer eran fundamentalmente de clase media. Ésos que le propinaron una derrota importante a Morena en las ciudades, incluyendo la capital, en las elecciones de 2021. Ésos que podrían ganarle la Presidencia a Morena en 2024. Si los morenistas no lo quieren ver así, muy su problema. Por mí, que se duerman en sus laureles.

Una amiga con la que iba marchando me dijo: “Te das cuenta que ésta es la primera ocasión que en México sale la ciudadanía a defender una institución”. Efectivamente, bajo el lema del “INE no se toca”, la multitud demandaba la permanencia de una institución que no sólo resolvió un problema histórico de la política mexicana (el fraude electoral), sino que ha probado una y otra vez que funciona para organizar elecciones limpias donde el ganador es el que recibe más votos.

La gente quiere al INE porque el INE es de la gente. Recordemos que, el día de los comicios, casi un millón de ciudadanos se convierten en las autoridades de las casillas, reciben el voto de sus vecinos, los cuentan y reportan los resultados.

Teniendo México tantos problemas que resolver, ¿para qué hacer reformas en donde no hay necesidad de hacerlas porque el sistema funciona?

Pues porque el Presidente quiere quedarse con los árbitros. López Obrador no está seguro de poder ganar en 2024 y recurre a la vieja táctica de controlar a las autoridades electorales.

Fiel a su estilo, a partir de hoy, López Obrador doblará las apuestas. La manifestación de ayer lo calentará más en sus sueños de concentrar el poder. No reculará. Intentará, a toda costa, pasar su reforma regresiva.

En este sentido, creo que la marcha servirá más bien para influir en la oposición. Ellos son los que tienen los votos en el Congreso para detener el golpe a la “germinal democracia” que tenemos, como la caracterizó ayer Woldenberg.

En particular, el PRI, partido dirigido por un pillo al que el gobierno tiene agarrado de los testículos. ¿Qué efecto habrá tenido la marcha de ayer en Alejandro Moreno? ¿Estará dispuesto a irse a la cárcel con tal de defender a la democracia?

Por lo que veo en las redes, Alito también estuvo ayer presente en la marcha. Como  estuvo gente de otros partidos opositores. Puedo decir, sin embargo, que la manifestación en la Ciudad de México no fue un acto partidista. Lo que prevaleció es que se trataba de ciudadanos, fundamentalmente de clase media, que salieron por su propia voluntad a defender al INE como pilar de la democracia. La escasez de consignas demostraba la presencia de gente apartidista, que no apolítica.

Vi algunos contingentes de jóvenes, pero pocos. Eso me descorazonó. Sé, porque está comprobado empíricamente, que la juventud le presta poca atención a la política en todo el mundo. Tienen otras preocupaciones. Sin embargo, tenía la esperanza de que los jóvenes responderían al llamado.

Me acordé de un muchacho que el otro día me preguntó de qué estábamos hablando en términos de fraudes electorales cuando decíamos del riesgo que los árbitros regresaran al control gubernamental. Es un chavo que había nacido después de la elección de la alternancia en 2000. Toda su vida ha crecido en un régimen democrático. Tuve que explicarle lo que a mi generación le tocó ver en términos de fraudes a la antigüita. Al final de mi exposición, me dijo que no lo podía creer.

Recordé, entonces, lo que decía Odo Marquard: “Cuando los progresos culturales son realmente un éxito y eliminan el mal, raramente despiertan entusiasmo. Más bien se dan por supuestos, y la atención se centra en los males que continúan existiendo. Así actúa la ley de la importancia creciente de las sobras: cuánta más negatividad desaparece de la realidad, más irrita la negatividad que queda, justamente porque disminuye”.

En materia electoral, mucha negatividad ha desaparecido en las últimas dos décadas. Ayer salimos a las calles a celebrarlo y evitar que, por la negatividad que queda, regresemos al pasado

otros columnistas