Pensándolo Bien
La caída de un ángel de la gracia de Dios suele producir un interesante suspenso teológico. ¿Cabe el perdón y la consiguiente redención o el desafecto divino termina en la expulsión del paraíso?, ¿o ni en una cosa ni en la otra y sí en un limbo permanente? El ambiguo estado laboral de un ángel caído describe con precisión los derroteros que enfrenta en este momento Ricardo Monreal. El coordinador de los senadores de Morena ya no goza de la confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y no es cosa menor, porque lo que hace el político zacatecano es absolutamente estratégico para el gobierno de la cuarta transformación. Gobernación, presidencia de Morena y responsables de las dos cámaras son quizá las posiciones más importantes para la operación política del grupo en el poder.
La incertidumbre que envuelve a Ricardo Monreal afecta no solo al obradorismo, también involucra a la oposición. Qué hacer con Monreal es una cuestión que igual se plantean en Palacio Nacional que en las sedes del PRI y el PAN. Y es que el hombre está decidido a convertirse en candidato presidencial sí o sí: “estaré en la boleta, si no es por Morena será por Va por México”.
Para Morena, el dilema es doble. ¿Qué hacer con él ahora, es decir, removerlo de la coordinación en el Senado o dejarlo hasta el fin de sexenio? Y ¿qué hacer una vez llegado el momento de la sucesión, permitirle competir o de plano excluirlo?
No resulta fácil para el grupo en el poder encontrar un nuevo jefe de la cámara alta. Es un trabajo que requiere un considerable expertise en materia legislativa legal e informal, innumerables puentes con la clase política en su conjunto y una enorme capacidad de negociación. Poseedor de todas esas habilidades, Monreal no ha sido un mal operador político en el Senado para las causas del Presidente. El problema es su actividad extracurricular. El senador ha buscado colocar a sus cuadros y simpatizantes en posiciones de poder a través de candidaturas de Morena cuando ha sido posible, y cuando no, por cualquier otra vía. Con frecuencia sus empeños han sido contrarios a las propuestas del mismísimo López Obrador. A los muchos roces acumulados en el camino, se sumó el pecado imperdonable de haber apoyado en Ciudad de México a candidatos contrarios a los oficiales en las últimas elecciones; entre otros la ahora delegada Sandra Cuevas, según afirman sus adversarios, que lo acusan de haber sido una de las razones del pobre desempeño del partido del Presidente en la capital.
Insisto, no es este el único de los desencuentros, pero sí el más decisivo. Desde unos meses antes López Obrador había cancelado los desayunos que regularmente sostenía con su coordinador en la cámara con el objeto de poner a punto sus iniciativas. Pero a partir de los comicios intermedios el repudio ha sido marcado. En automático desapareció de la terna de las llamadas “corcholatas”, potenciales candidatos a la Presidencia, en las frecuentes menciones que hace López Obrador respecto a su posible sucesor. De inmediato, los obradoristas entendieron que Monreal estaba descartado y han actuado en consecuencia.
Monreal se resiste a aceptarlo. A estas alturas su estrategia parecería estar concentrada en la búsqueda de una solución “eruvielista”. Al terminar su sexenio como gobernador del Edomex, Enrique Peña Nieto intentó instalar como su sucesor a su pariente y amigo Alfredo del Mazo, pero enfrentó la rebelión de otro precandidato priista, Eruviel Ávila. Se trataba de un político relativamente popular, ex presidente municipal de Ecatepec, bien colocado en las encuestas. Eruviel amenazó con convertirse en candidato de la oposición si el PRI no lo hacía su abanderado. Peña Nieto prefirió no arriesgarse y dobló las manos; no quiso correr el riesgo de tener en Toluca a un gobernador hostil que pudiera sacar trapos sucios mientras él se enfilaba a la Presidencia del país. Nunca sabremos si Eruviel en efecto podría haber conseguido la candidatura del PAN y del PRD y, en tal caso, tener la fuerza para vencer al partido en el poder local. El caso es que Eruviel fue gobernador por el PRI y Alfredo del Mazo debió esperar otros seis años.
Las últimas declaraciones de Monreal, su acercamiento a Santiago Creel, su exhorto a una campaña de reconciliación nacional, apuntan justamente a la preparación de un escenario eruvielista. El problema para Monreal es que AMLO no es Peña Nieto, y Morena es mucho más fuerte que el PRI mexiquense. La amenaza de presentarse como candidato de una alianza de la oposición no es algo que vaya a quitarle el sueño al inquilino de Palacio Nacional. El zacatecano es un hombre con más activos entre la clase política que entre el mar abierto de los votantes. Y eso si hacemos abstracción del milagro que necesitaría para convencer al PAN de optar por una figura que no solo es externa, sino rival histórico en tanto ex abanderado del PRI y de Morena.
Consciente de que la Presidencia resulta un objetivo inalcanzable, se afirma que Monreal estaría trabajando de cara a un plan B: el Gobierno de la Ciudad de México. En este caso el esquema de Eruviel podría ser menos descabellado, porque las certezas de Morena respecto a un triunfo en la elección presidencial no son las mismas que en la capital. Tampoco goza en lo local de candidatos con la popularidad que hoy tienen Sheinbaum o Ebrard para efectos de la contienda federal. El PAN mismo podría no ser tan quisquilloso para plegarse a una candidatura externa si eso le permite arrebatar al obradorismo su bastión histórico. Monreal apuesta a la posibilidad de que, en un momento dado, Morena decida eliminar tales riesgos regresando al redil a un cuadro que había venido trabajando con AMLO desde hace muchos años.
No es imposible, pero lo considero muy poco probable. Ni López Obrador es dado a perdonar actos de deslealtad, que él asume como traición, ni a Claudia Sheinbaum le gustaría dejar las espaldas a alguien que ha sufrido como su rival.
Por ahora el tema para la Presidencia es qué hacer con Monreal en el Senado. Puede dejarlo seguir sacando el día a día o buscar una remoción que generaría alguna inestabilidad, por la presencia de varios legisladores que deben su puesto al zacatecano. Dependerá de cuán ambiciosa sea la agenda presidencial en esta cámara en lo que resta del sexenio. Pero también dependerá de la presión que Monreal esté dispuesto a ejercer sobre su todavía grupo político. Hasta ahora han sido declaraciones, habrá que ver. Un interesante tete a tete a seguir, ahora que termine el Mundial.