Si otro acontecimiento de análogo estremecimiento político no sucede antes de finalizar el año en curso, el asunto del supuesto plagio de tesis profesional atribuido a la Ministra Jazmín Esquivel será el sello, o la lamentable lápida que cubra el final de este 2022 en nuestro país, en cuanto corresponde al ámbito gubernamental; tan bochornoso supuesto no puede pasar desapercibido pues involucra instituciones de orden académico como la UNAM y la Suprema Corte de Justicia, el Poder Judicial del gobierno mexicano, del cual la magistrada colocada en grave predicamento forma parte e irónicamente pretende encabezar. En realidad, la difusión del supuesto plagio viene a ser como la Caja de Pandora cuya apertura deja al descubierto un inmenso pantano de cenagosa costumbre respecto a la elaboración de tesis profesionales; porque para nadie es un secreto la falta de investigación para elaborar un documento que permita obtener el título profesional; copias, transcripciones, traslapes, de tesis anteriores han servido para cumplir con ese requisito académico, no por nada en el ámbito universitario académicos de prestigio han propuesto que el documento de recepción consista en estudios de caso, porque exigen al pretendiente un mínimo de esfuerzo para la investigación. Desde esa perspectiva, no constituye nada nuevo bajo el sol lo del supuesto plagio de la señora Jazmín Esquivel para obtener su título profesional. Si copió o no, corresponde a la autoridad universitaria dictaminarlo; sirve a la vez para investigar cómo funciona el apartado de la dirección de tesis, porque colateralmente se ha puesto en evidencia el gran negocio de la maquila de tesis y de lo cual la abogada Martha Rodríguez tendrá que rendir cuentas ante la autoridad universitaria. En cuanto a la ministra Jazmín Esquivel, moral y profesionalmente, debe suponerse quedará descartada como candidata a presidir la Suprema Corte de Justicia la Nación. Pero, si por razones de insólita conveniencia política, en el remoto caso de que resultara electa, entonces se culminaría uno de los despropósitos más grandes de nuestros tiempos y, si así fuere más valdría persignarnos porque en esa lógica ya todo podría suceder. Aunque, afortunadamente ya pasó el día de los inocentes. Pero, para confirmar que nada hay de nuevo bajo el sol, en nuestra aldea, la presidenta del Congreso local, la diputada Margarita Corro, hace un señalamiento que no por conocido deja de llamar la atención: “…tenemos muchas iniciativas que se han presentado, muchas de ellas repetidas que les cambian una coma, una letra, se las copian de otros estados, les pido que revisen lo que presentan las compañeras” y hace referencia a algunas de ellas. Clara supervivencia del teatro del absurdo, o quizás, por lo absurdo, subrayadamente kafkiano.