viernes, noviembre 15, 2024

Araly Rodríguez: democracia y silencios con hedor a complicidad 

CLAROSCUROS 

José Luis Ortega Vidal 

Me tocó nacer en una época donde la pedagogía tradicional iba de salida.

Aun así padecí el reglazo en las pompas por regresar tarde del recreo…

Conocí la eficacia del chanclazo corrector…

En la Universidad Veracruzana, ya para salir de los años 80s, viví clases -caso del histórico profesor Luis Velázquez- que se dirimían entre la obligación de reportear y redactar bien y su sarcasmo cotidiano de muy alto nivel…

Ni qué decir de las redacciones; me tocó la época de las máquinas de escribir; de la nota en hoja de papel revolución que cruelmente paraba en el bote de basura si el jefe de redacción no estaba a gusto con el trabajo.

Aquellos años -entre fines de los 60s hasta los 90s bien terminados- contradictoriamente transcurrieron en un país donde la democracia era inexistente.

No sabíamos que era la democracia y ningún libro de texto desde la primaria hasta la universidad hablaba del tema.

Me pregunto si las generaciones nacidas entre los años 80s, 90s y los inicios del siglo XXI, tendrán claro durante su juventud y adolescencia qué es la democracia…

De no tenerlo claro, mi siguiente duda es si algún día -dentro de la vida que les corresponda- entenderán a cabalidad la importancia de la democracia y la profundidad de su significado…

Los muchachos actuales viven y padecen circunstancias de vida gravemente contradictorias.

A diferencia de mi generación, educada para respetar a las autoridades tanto civiles como militares así como figuras como los cuerpos policiacos; hoy en día todos padecemos atrocidades que llegan desde la delincuencia pero también pueden arribar de parte de las autoridades…

El respeto ha tornado temor y a menudo en desconfianza y falta de respeto hacia las fuerzas armadas y todo lo que sea o parezca policía…

Hemos evolucionado como sociedad pero -en mi opinión muy particular- el resultado no es totalmente positivo y esta falla estructural proviene de errores históricos de Estado pero también de errores históricos desde el rostro civil…

Alguna vez fui profesor de enseñanza media y corroboré -como educador- que la matanza de 1968 era un tema proscrito; por citar un ejemplo del control que el Estado tuvo -y tiene- sobre el perfil de ciudadano que se propone formar…

Por curiosidad en una ocasión encargué un trabajo sobre la matanza de Tlatelolco a un grupo de alumnos; habían aparecido las primeras computadoras pero eran casi inaccesibles, los chicos acudieron a bibliotecas donde escaseaban los libros al respecto así que varios preguntaron a sus padres, la mayoría nacidos en la década los 50s de modo que alguna vez habían oído sobre el tema…

El resultado modificó mi forma de entender el pequeño mundo donde me he desenvuelto a lo largo de mi vida: un padre me acusó de comunista; otros simplemente no hicieron caso a la consulta de los muchachos y un sector -rondando la mitad- se limitó a dar sus versiones de los hechos colocando a los muchachos entre la duda inyectada por el profesor y montón de dudas surgidas desde el auxilio paterno…

Consciente de estar fuera del programa oficial cerré el tema con una hora de charla sobre la información que había recabado yo mismo fuera de la escuela y me quedé con mi respectivo montón de dudas…

Con los años topé con un libro obligado: México Profundo de Guillermo Bonfil Batalla.

El pensamiento del gran antropólogo me condujo al tema democrático y llevo varios lustros dándole vueltas a ese asunto…

¿Qué es la democracia?

¿Por qué la importancia de la democracia?

¿Qué hay entre la pedagogía y la democracia?

¿Cuál es el papel de la familia en la democracia?

¿Qué tuvo que ver el movimiento de 1968 en México con la democracia?

Me queda muy claro que nací y crecí en un país sin democracia y como ciudadano, como periodista, me incliné por abrazar los temas y las causas diversas ligadas al tema democrático…

En el Veracruz actual, cuando le doy seguimiento al caso de Araly Rodríguez Vez y los más de cien millones de pesos otorgados en contratos legales pero corruptos -desde dependencias del gobierno estatal- de inmediato pienso en la democracia.

Si bien tuvimos un avance democrático con el primer Congreso de mayoría opositora en 1997, nuestra democracia apenas balbuceaba…

Si bien tuvimos al primer presidente no priista en la figura de Vicente Fox en el año 2000, nuestra democracia aun no gateaba…

Lo del 2006 y el dudoso arribo de Felipe Calderón al poder fue un reto gigantesco para la democracia mexicana y una cátedra sobre la multiplicidad de ejes transversales de todo edificio democrático:

Fox ganó y llegó al Poder
Calderón no sabemos si ganó pero llegó al Poder y las instituciones antes manipuladas cien por ciento por el PRI ahora mostraron cierta independencia y dieron legitimidad jurídica y política al nuevo presidente
Luego entonces Felipe Calderón Hinojosa fue un presidente de dudosa procedencia electoral pero legítimo a la vista de las instituciones forjadas por un Estado con reciente arribo a la democracia.
Lo de Enrique Peña Nieto fue un acto democrático parcial: ganó sin dudas, arribó al poder con legitimidad jurídica pero sin legitimidad histórica, marcó el retorno de un PRI de pasado oscuro avalado ahora por el voto mayoritario, por un árbitro creíble y un Estado que por fin contaba con una democracia que ya daba sus primeros pasos…

Y entonces llegamos al 2018, donde el país se vistió de fiesta democrática en medio de una confusión de pedagogía política -me cuento entre los ingenuos- …

Yo creí que el chamaco -ahora ya caminaba- era suficiente para considerarnos una sociedad encaminada al desarrollo democrático…

Falso.

¿Por qué falso?

La del 2018 fue la elección más legítima de México en su historia.

No hubo dudas en ningún sentido sobre el triunfador y su apoyo abrumador con más de 30 millones de sufragios.

El árbitro -el INE- demostró haber madurado…

Las instituciones dieron gran respaldo al poder ejecutivo, vía un legislativo de mayoría morenista votado por la mayoría ciudadana…

Está bien, pero ¿Por qué falso?

El caso de Araly Rodríguez Vez es un botón de muestra de la falsedad y nos coloca frente a un eje transversal difícil de ver, de apreciar en nuestro concepto popular de democracia…

Me explico: a menudo el votante común en México ubica la democracia en el sentido electoral del término…

Y ese votante -me incluyo- se queda en el término democracia sin acudir al concepto democrático…

No visualiza -porque no hay una educación al respecto- que la democracia es un tema de todos los días y requiere la demanda ciudadana sobre la transparencia en el ejercicio de gobierno.

Las autoridades electas democráticamente deben actuar con transparencia y apego a la ley en un ejercicio plenamente democrático de su poder…

De no hacerlo así, entonces son autoridades electas democráticamente que al ejercer el poder se convierten en antidemocráticas…

El caso de la empleada de gobierno que firmó por contratos que rebasan los cien millones de pesos lo demuestra…

Araly Rodríguez Vez ya fue despedida de la Secretaría de Educación de Veracruz…

Sobre los contratos que firmó para servicios y suministros a las secretarías de Salud y de Seguridad Pública así como al DIF estatal, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez ha dicho que se investigará si hay irregularidades y se castigará a quien resulte culpable…

Hasta ahí nomás.

El titular de la SEFIPLAN, José Luis Lima Franco, se sumó a lo dicho por el gobernador en el sentido de revisar si las empresas que representó Araly Rodríguez pagaron impuestos…

De no hallar evasión fiscal no habría nada que hacer por nuestra parte, dijo el encargado de las finanzas en Veracruz…

¿Y la Fiscalía?

¿Y las Contralorías Internas?

¿Y el ORFIS?

¿Y la UIF de Hacienda?

He ahí la trampa, en el detalle, en la parte antidemocrática de la democracia…

Me refiero al encubrimiento; al arribo democrático a un cargo público y un manejo corrupto en el ejercicio del Poder…

Porque la opacidad es una forma de corrupción…

Porque la ineficacia es una forma de corrupción…

Porque el encubrimiento vía empresas fantasmas o vía empresas no fantasmas que utilizan la firma de una empleada y un domicilio falso, son formas evidentes de corrupción…

Y claro, todos estos elementos desde el concepto democrático amplio y profundo, son desconocidos por una sociedad que vive una democracia pañalera como la mexicana…

Porque así fue educada…

Aún estamos aprendiendo y nos falta mucho camino por andar en materia de justicia, aplicación de la ley, vigilancia de que la palabra trascienda al cumplimiento de la norma y la corrupción se castigue…

(2)

“Soy honesto”, puede gritar el verdugo mientras corta la cabeza del ciudadano ejecutado en pleno ejercicio legal y al mismo tiempo injusto.

La moral y la ética son dos conceptos parecidos, pero son distintos…

¿Por cuál de estos dos conceptos -moral o ética- se debe guiar la Política?

Más aún ¿Se puede ser moralmente correcto mientras se ejerce el poder de manera incorrecta y entonces hacer a un lado la obligatoriedad ética?

(3)

Te prometí no fallar, ahora tú dices que te estoy fallando, pero yo soy honesto ¿?

Me pides justicia pero yo aplico la ley ¿?

(4)

El caso Araly Rodríguez Vez ni siquiera es tan profundo para invitar a estas dudas o dicotomías…

(5)

El tema es mucho más simple: no puede -una sola persona- ser responsable en el manejo dudoso de una cantidad tan grande como cien millones de pesos cuando esa persona no presenta ni representa las estructuras financieras, administrativas, legales, físicas, necesarias para atender los pedidos de tres dependencias gubernamentales…

Detrás y delante de Araly hay otros, necesariamente…

El tema fiscal es un distractor…

Apuntar todo a la hoy desempleada Araly remite a un elemento específico que no alcanza para cubrir el gigantesco tema de los contratos por más de cien millones de pesos…

Los silencios -bajo ciertas condiciones- generan un profundo hedor a complicidad…

Y la complicidad, por definición, representa un comportamiento antidemocrático, falto de ética y también ausente de moral…

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