“Y cuando despertamos el monstruo seguía allí”, pudiera ser una de las máximas para describir la realidad política mexicana del momento a propósito de las multitudinarias marchas organizadas en diferentes ciudades del país en defensa del INE y manifiestamente contra el denominado Plan B electoral. Pero en realidad son muchas lecturas las que es posible aplicar a las motivaciones de esa Marcha Ciudadana, empezando por cuestionarnos si se circunscribe a la defensa del órgano electoral, o porque subyacen en el seno social inconformidades de otra índole y si existe un correlato con propósitos políticamente opositores, también si representa una fuerza de resistencia lo suficientemente robusta como para competirle electoralmente a MoReNa en 2024; igualmente, si los ministros de la Suprema Corte de Justicia orientarán su criterio y dictámenes con base a la presión social o simplemente actuarán, como debe ser, con justo apego a la hermenéutica jurídica relativa a los asuntos de su competencia. En términos políticos, esa marcha da pauta para deducir la existencia de una inconformidad social respecto a las decisiones del gobierno, de eso habla frecuentemente el presidente cuando se refiere a la actitud de “los conservadores”, cuya fuerza, dijo el jueves pasado, no debe pasar desapercibida, pues no son “trasnochados” como los califica el Secretario de Gobernación (¡!). Ahora bien, constitucionalmente nuestro modelo democrático está diseñado para que se encauce a través de los partidos políticos la lucha por el poder en elecciones libres, acondicionadas por el órgano electoral con “piso parejo” ¿están en aptitud los partidos de la alianza Va Por México de competirle con probabilidad de vencer al partido del gobierno? Para quienes la participación ciudadana en las marchas de este domingo haya infundido optimismo en grado sumo, bueno sería reflexionar sobre este punto ¿El PAN, el PRI y el PRD están en condiciones de armar un bloque opositor electoralmente competitivo? Porque, puestos en nuestro contexto, en lo mediato, siete meses nos separan para el inicio del proceso electoral 2024, y solo tres meses para conocer el resultado de la elección en la entidad mexiquense, ese evento electoral dará la medida de la capacidad competitiva de las fuerzas opositoras. Adicionalmente, el bloque opositor debe superar serios obstáculos: el PRI, resolver cuanto antes la forma en cómo va a solucionar el pugnaz trance que representa la obstinación de Alejandro Moreno de permanecer al frente del CEN y, sobre todo, cómo se organizará después para la competencia. Pero, ¿si “Alito” logra quedarse en su puesto será confiable? He allí la pregunta. Por su parte, el PRD, ahora convertido en genuina entelequia, es alma en pena por conservar el registro ¿cómo va a superar sus obstáculos? Un detalle basta para reflejar su circunstancia: el sábado visitó Xalapa el senador Miguel Mancera, coordinador de la bancada perredista en el senado, para dar eco a los motivos de su presencia se organizaron diferentes foros, pero en ninguno de ellos apareció el dirigente estatal de ese partido, dizque por previamente haber agendado gira de trabajo por algunos puntos de la entidad; el senador participó en la marcha ciudadana de Xalapa y allí hubo un encuentro circunstancial con el dirigente estatal supuestamente en gira. Y respecto al PAN, el partido de esa Alianza con menores estragos, que sin embargo no da visos de fortaleza, y al menos en Veracruz también adolece de divisiones internas aparentemente insuperables; esto sucede en la entidad considerada como la cuarta fuerza electoral por lo abultado de su lista nominal de electores. En síntesis, la Marcha de este domingo revela al gobierno la existencia de fuerzas opositoras con capacidad para aglutinarse, el resultado de la elección de julio próximo en Coahuila y el estado de México dará oportunidad a la oposición para medir su convocatoria electoral y así conocerá si está en aptitud no solo de participar sino de competir para obtener el triunfo en 2024.