sábado, abril 27, 2024

El «pajarito» de Nicolás Maduro y la oración de Layda Sansores

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Ya es parte del anecdotario de lo absurdo aquel video donde el dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, habló de cuando Chávez se le apareció en la capilla de su casa en la forma de un pajarito “chiquitito”, y le dio tres vueltas silbando “como dándonos una bendición”; así lo dijo ante un público extasiado como si escuchara a un vidente; sin embargo, se trataba del sucesor de Hugo Chávez en el más alto sitial político de Venezuela, otrora considerado el país más rico de Sudamérica y hoy sumergido en pobreza extrema con millones de exiliados o migrando hacia el norte en busca de fuentes de trabajo. También allá el diablo les escrituró el petróleo en mantos inmensamente ricos, en México se creó Pemex como “empresa de los mexicanos”, allá su empresa Petróleos de Venezuela está inmersa en problemas de corrupción y en bancarrota, dedicada a intercambiar petróleo por alimentos para combatir la hambruna que padece el pueblo venezolano. Por cierto, la empresa creada en México para darle soberanía alimentaria a este país- SEGALMEX- está bajo investigación, sospechosa de haber derivado miles de millones de pesos en alimentos comprados aquí pero enviados allá en contubernio con el gobierno de aquel país sudamericano. Cosas de la corrupción que no se acaba en México, pues se asemeja a serpiente de anillos contorsionistas moviéndose pese a, supuestamente, habérsele decapitado. Ese cuento del Pajarito narrado en Venezuela desde la cúpula del poder solo es posible encontrar oídos en un pueblo de esperanza perdida, que se aferra “en algo” porque ya no advierte otra opción sino la de creer a ciegas cuanto escucha de su gobernante, así sea el trillado discurso de todos los días. Pero, ¿acaso esa es la condición del pueblo de México? No, por supuesto, pero esa interrogante es oportuna por lo que escuchamos en la mañanera del lunes pasado en boca de Layda Sansores, gobernadora de Campeche ante el presidente de México: “Tú, caballo de fuego, escribirás un nuevo decálogo del pueblo de bienestar, de oportunidad y de fraternidad indestructible. Y se cumple la profecía: un hombre que suele caminar junto a sandalias humildes, que entiende los diálogos de nuestra larguísima espera, un poeta innovador, un líder sin temores, llegó desafiante y legendario para darnos respuestas y más caminos de júbilo. Hermano Andrés, has venido a levantarnos del polvo, a derribar los pretextos y las escalinatas oscuras del olvido. Hermano Andrés, este corcel metálico que solo un corazón intrépido como el tuyo, fue capaz de soñar y de parir, traerá desarrollo a nuestra tierra… Ese caballo de fuego, veloz y extraordinario, a quien trasplantaste tu alma, con su coraza metálica, traspasará las brechas del progreso sin fronteras, para que al fin llegue la justica. Que el trueno del tren retumbe en la Península, subámonos al tren…Gracias Andrés presidente, por habernos dado la oportunidad de escribir un renglón en la larga historia de batallas pacíficas y eternas que tú has encabezado… no olvides nunca cuánto te ama tu pueblo. Súbete al tren, Andrés Manuel te amamos”. Ignoramos si este sea solo un lapsus calami de una política embelesada, o si realmente ese “imaginativo” discurso permea entre nosotros, pero de haberlo imaginado hace algunos años se hubiera atribuido a un sueño de noche de verano acompañado de algunas “chelas” y uno que otro “toque”. ¿Quedará para la anécdota, o es el prólogo de una tragicomedia? Imaginarlo causa pesadumbre, pensarlo aterra. 

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