Sin participación ciudadana en los asuntos públicos se antoja difícil hacer posible los cambios a favor de una democracia madura y consistente, sin esa base fundamental todo el contexto político queda a cargo de la clase política encumbrada gracias a la indiferencia ciudadana, que a su vez queda sometida a los intereses y caprichos de la elite en el poder. Lo más lamentable radica en el hecho de que quienes ascienden en la escala del poder no necesariamente son los mejores individuos del contexto social. En ese entorno todo se convierte en quejas de la población contra una clase política parasita y divorciada de los intereses populares, tal cual ha ocurrido en México, y Veracruz no ha sido la excepción. ¿Por qué hemos llegado a estos extremos? ¿Es posible señalar con exactitud los inicios de esta dramática situación? Si, por supuesto, sin embargo aquí no abordaremos las causas sociales y económicas, porque exige mayor espacio y detenidos análisis fuera del alcance de este espacio cotidiano. En esta entrega nos limitamos a reverdecer resultados electorales de 1991 en la entidad veracruzana, algunos de sus protagonistas de primer nivel aun figuran en el tablero político. Se escoge esa fecha porque se deriva de la elección federal de 1988, considerada como un parteaguas electoral en nuestro país. Quede claro que no pretendemos realizar un análisis exhaustivo pero sí uno que explica la forma en cómo ha venido evolucionando la suerte político electoral de las diferentes fuerzas políticas en Veracruz.
Después de gobernar dos años la entidad veracruzana, don Fernando Gutiérrez Barrios fue invitado por el presidente Salinas de Gortari (1988-1994) como titular de la Secretaría de Gobernación, quedó en su lugar el eficiente político Dante Delgado, en carácter de gobernador sustituto le correspondió la organización de la elección municipal de 1991. Su previa experiencia en la Secretaría de Gobierno le permitió advertir la necesidad de ampliar el margen de negociación política del gobierno-PRI con los partidos políticos de oposición que participarían en la elección municipal del 8 de noviembre, para concretarlo, la Legislatura local autorizó el 27 de septiembre la creación de 45 nuevas regidurías y sindicaturas en 37 de los entonces 207 municipios veracruzanos. Justificaron ese procedimiento con el crecimiento incremento poblacional. En el fonfo se buscaba un mayor margen para cabildear con los diferentes grupos políticos del Estado; tres años antes ya habían avizorado preocupantes signos de una oposición más robusta. No era para menos porque ese mismo año se celebraron elecciones municipales en San Luís Potosí y Guanajuato, donde una fuerte fiebre antipriísta se reflejó en el resultado de las votaciones: el PRI perdió en la capital potosina y en Valles. En Guanajuato no le fue mejor, pues León, Celaya, y Salamanca pasaron al redil panista, la debacle. No obstante, en Veracruz el PAN solo presentó 43 candidaturas, el PPS registró 120 planillas. En total participaron 715 planillas de los 9 partidos registrados, a los más apenas le alcanzó la membresía para integrar algunas planillas; el PRD había nacido tres años antes, en mayo de 1989, pero era de los más combativos. Tras la elección se despertaron las protestas oposicionistas alegando fraudes electorales, el PRD a través de Jesús Ortega, su representante en el IFE, discutía que su partido había ganado en 11 municipios y pero sólo le reconocían cuatro. Ante el Secretario de Gobernación solicitaba la confrontación “Acta por Acta” en los municipios de Zaragoza, San Andrés Tuxtla, Ángel R. Cabada, Acayucan, Catemaco, Tezonapa en Veracruz y de Jalpa de Méndez, en Tabasco. Allí mismo declaró que el líder perredista de Tabasco, Andrés Manuel López Obrador, iniciaría un “éxodo por la democracia” hacia la Ciudad de México para defender los triunfos del PRD en Veracruz y en Tabasco. El municipio de Zaragoza que ya había sido considerado por la Comisión Estatal Electoral como victoria priísta (PRI: 1404 votos, PRD 1,132 sufragios), en la revisión realizada por el Colegio Electoral se encontraron irregularidades en una casilla, que después de ser anulada modificó el resultado: PRD 1,132 contra PRI 1127. En Las Choapas la Comisión Estatal Electoral había contabilizado para el PRI 7,772 contra 6,279 del PRD, pero se determinó que hubo violencia en 18 casillas, y como juntas representaban más del 25% de las secciones electorales el Colegio Electoral decidió anular la votación y se nombraría un Concejo Municipal. En Ángel R. Cabada la Comisión Estatal Electoral dio al PRI 4,994 votos y al PRD 4,038, pero por actos de violencia, los destrozos causados a las instalaciones de la Comisión Municipal Electoral y porque la resolución se tomó con base en copias al carbón de las actas, el Congreso lo consideró suficiente para anular la elección y nombrar un Concejo Municipal. En Cosamaloapan, por irregularidades en el procedimiento para nombrar a funcionarios de 33 casillas se anuló la elección. Igualmente en Filomeno Mata, en donde los resultados obtenidos por el PRI (1,133), contra el PPS (1,132), introdujeron fuertes dudas provocadas por supuestos vicios en el conteo de votos y se decidió anular la elección. El municipio de Coacoatzintla ya había sido declarado como triunfo priísta, pero en las negociaciones se le concedió al Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional. Xico declarado ya con triunfo priísta, le fue entregado al PRD tras anular una casilla. Los resultados preliminares de esta elección fueron: 189 municipios para el PRI; 14 para la oposición y 4 Concejos Municipales. Pero las protestas obligaron a que posteriormente el Colegio Electoral revocara los resultados en Zaragoza y Hueyapan de Ocampo para otorgárselos al PRD y PPS, respectivamente. La declaratoria final de los resultados electorales no llegaba a su fin porque las protestas continuaban, y mucho tenía que ver “Éxodo por la Democracia” de López Obrador. Sin duda ese margallate de protestas originó un bodrio electoral se llegó al extremo de crear sindicaturas y regidurías adicionales a las aprobadas inicialmente por el Congreso y, aunque usted no lo crea proliferaron síndicos y regidores que no tenían origen electoral. El 12 de enero el famoso “Éxodo” rindió frutos favorables al PRD, cuando los alcaldes priístas de San Andrés Tuxtla y de Tezonapa presentaron licencia indefinida al cargo, renunció también el presidente del Concejo municipal de Cabada y para sustituirlo se nombró a Arturo Hervis, quien fuera el candidato del PRD a la alcaldía. Entre otros logros de aquel movimiento también se nombraron Concejos Municipales en Macuspana, Cárdenas y Nacajuca, en Tabasco. Lo destacable de este episodio fue que las decisiones se tomaron en el Salón Verde de la Secretaría de Gobernación entre funcionarios de esta dependencia federal y los dirigentes nacionales del PRD. Para explicar lo sucedido el gobernador Dante Delgado dijo que “el proceso electoral de Veracruz se dio como consecuencia de la apertura política que se está dando en el país y buscar la tranquilidad y la convivencia de los veracruzanos, tiene un costo. Y en este caso, ese fue. Fue el Secretario de Gobernación quien le pidió la solidaridad al gobierno de Veracruz con el gobierno de la República, y el gobierno del estado no dudó un solo momento en solidarizarse para superar un problema”. Si con esto no dimensionamos la importancia de contar con un órgano electoral autónomo como el INE, entonces tenemos un verdadero problema de índole psicológica y social. PD. Algunos párrafos aquí insertos los he tomado de mi libro “El Fin de una Era” publicado por el Colegio de Veracruz.