I started a Joke. La canción es de los Bee Gees. La traducción es “Yo comencé la broma”. La recuerdo como parte de una anécdota. Fue una foto que tomé a un usuario de un cajero de banco que lidiaba con la pantalla debido a su estatura. Antes les decíamos enanos, hoy Personas de Talla Baja. En son de broma puse lo siguiente: “Por eso se descomponen los cajeros… Dejan a los niños jugar con ellos”.
Jacob Zayas, como siempre, lo tomó con humor, pero a la vez me contó el otro lado de la moneda. El “méndigo” problema que significa para personas de su condición, de talla baja, enfrentarse a un cajero.
Lo mismo ocurre si va al Banco. No hay las condiciones para que él como cliente, pueda tener contacto directo para ser atendido.
En pocas palabras, hablamos de un “mundo standard” en donde no tienen cabida las personas de Talla Baja, las personas con ausencia de un miembro inferior o superior y si bien se han hecho múltiples esfuerzos para quienes ocupan sillas de ruedas, o no son suficientes o hay insuficiencia mental en quienes ocupan sus espacios o los bloquean, como cuando alguien se estaciona frente a una rampa.
Pero ése es el entorno… la discriminación es otro factor que acompaña a la ausencia de infraestructura en cualquier lado en que una persona de talla baja, esté. Y si a la discriminación le sumamos el dolo, la insidia, la maldad de la que muchas veces son víctimas…
Jacob me dice que cuando se encuentra a personas así, intenta ver el daño que ha sufrido esa gente para pretender abusar, herir, burlarse o lastimar a una persona de Talla Baja porque en su mínima expresión de entendimiento, cree que por su estatura, no podrá responderle.
“Óscar” es una persona de talla baja y débil visual. Todos los días trabaja en una de las panaderías más famosas de Veracruz. Un día, oyó de la posibilidad de adquirir una vivienda vía “instancias de Gobierno”. Acudió a pedir asesoría y el burócrata le pidió 5 mil pesos y la garantía de tener en la mano, su casa. Los entregó. Cuando se percató del engaño, no pudo denunciar porque no sabía a quién señalar.
“Carlos” tiene 25 años. Sólo tiene la prepa terminada. Es una promesa del futbol, el “Henry Martin” de Talla Baja. Su vida pareciera perfecta detrás de su sonrisa de no ser por su historia: su madre falleció; su padre falleció; su tío lo desalojó de la casa de sus padres; trabaja de lo que sea para poder subsistir.
Sí, a la discriminación hay que agregarle esa idea insana en la gente de que por su estatura, se les puede humillar, robar, engañar.
El mismo Jacob Zayas, un tipo agradable, simpático, inteligente, audaz, no escapa de la maldad…
Un día, acompañado de su madre, entró a conocida tienda departamental. Iba a comprar su primer televisor con su propio dinero, producto de su trabajo. Nunca recibió atención, sino indiferencia por parte del empleado que siempre se dirigió a la señora y a él lo ignoró. La indignación de Jacob y su madre fue tal por el maltrato, que decidieron salirse y ese episodio no fuera parte de su vida.
Las historias de discriminación y maltrato son miles que por ello, toma relevancia la iniciativa que Anilú Ingram Vallines presentó para reformar la Ley para la Integración de las Personas con Discapacidad del Estado de Veracruz, mejor conocida como Ley 822, para que sean incluidas en ella las personas de Talla Baja, porque bien lo dice la Diputada: “la dignidad humana no está determinada por la condición física, sino por la integridad y el valor intrínseco de cada persona”.
Regularmente bromeo con Jacob, pero no por ello dejo a un lado la otra cara de su realidad, esa realidad que un día me la dio a conocer después de que yo comencé la broma.