Por Edgar Hernández*
Rumbo al relevo de la dirigencia del PRI en Veracruz.
Heredero de una controvertida estirpe caciquil del sur de la entidad, Cirilo Vázquez Parissi, define el rumbo de su vida por los caminos de la abogacía, dejándose llevar al mismo tiempo por el arrebato de la pasión familiar, la política.
Cercano, muy cercano a Alito Moreno -actualmente es su asesor para la Agenda Legislativa en el Congreso de la Unión- Cirilo aguarda tiempos y la decisión cupular sobre quien habrá de dirigir los destinos del PRI rumbo al 2024.
El hijo de Cirilo Vázquez Lagunes ya fue alcalde de Cosoleacaque y según los lugareños fue un edil que ayudó a levantar del abandono al municipio modernizando a la que por décadas fue considerada una de las zonas con mayor marginación.
Cirilo, heredero del cacicazgo de su padre, es hermano del actual secretario de organización del CDE del PRI y alcalde de Cosoleacaque Ponciano Vázquez Parissi.
También está emparentado con Regina Vázquez y Fabiola Vázquez, chapulines del PRI, PAN, Fuerza por México y por estas fechas muy morenas.
Cirilo, sin embargo, trae su propio proyecto, siempre pegado al PRI.
Respeta posturas y no rompe lanzas a pesar de no coincidir con la dirigencia saliente mientras en la contraparte, mantiene una sólida relación con José Francisco Yunes Zorrilla, quien a su vez no ha tenido más que reconocer el fuerte respaldo ciudadano que goza esa familia.
Al menos una veintena de municipios creen en la causa de los Vázquez Parisi liderados por Cirilo, quien ya fue diputado federal y local.
¿Cirilo la opción?
Eso ya está decidido, pero se guarda el secreto bajo siete llaves hasta que se reúna el Consejo Político de ese partido para definir el método del dedazo.
En esa misma pasarela se mueven, tal como apuntábamos ayer en este espacio, Carolina Gudiño quien, tras la publicación de la columna, se hizo acreedora a reclamos y censuras de voces disidentes que le recuerdan su ominoso pasado.
Sin embargo, en esta disputa por el poder partidista, dos aspirantes más figuran en una terna, valga la contradicción, de cuatro:
Adolfo Ramírez Arana, quien en la actualidad lidera la Confederación Nacional Organizaciones Populares, por sus siglas CNOP, la quiere.
El exdiputado local busca en una segunda ronda la dirigencia del CDE del PRI luego que en 2019 perdió ante la fórmula de Marlon Ramírez Marín y Arianna Ángeles Aguirre. A Ramírez Arana se la debe Alito quien le había prometido la posición que finalmente no se la dio por compromisos previos.
Adolfo goza del liderazgo entre amplios sectores juveniles y la ha jugado con lealtad con su partido y en lo particular con Pepe Yunes quien lo tiene en alta estima.
La terna la cierra Manuel Guerrero Sánchez, actual dirigente de la Confederación Nacional Campesina, quien de pronto se autodestapa en una rueda de prensa pretendiendo, si llega al liderazgo, llevar por caminos de la unidad al PRI.
Este amigo asumió el cargo como dirigente del cenecismo veracruzano para el periodo 2022-2026.
Necesario citar en esa barahúnda, que hay por ahí en autopromoción por la dirigencia, un par de gallos que mas parecen gallinas, que poco han merecido la atención tanto del priismo como de la opinión pública veracruzana.
Esa es, en síntesis, la pasarela que, aunque no se ve muy vigorosa, es lo que hay en el momento más complicado que vive el PRI.
El punto es saber hasta dónde alguno de ellos puede llevar la barcaza a buen puerto.
Que tenga la capacidad de sumar y sumar hasta que regrese a su potencial electoral del 2016 y, fundamentalmente, empuje a su candidato a la gubernatura a una posición en donde la alianza PAN-MC-PRD apueste en su favor como su candidato de unidad.
Para el PRI rehacerse es el reto de lo contrario se quedarán a la vera del camino observando como crece de entre sus filas un candidato ciudadano bajo otras siglas más confiables.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo