jueves, mayo 2, 2024

¡Como animales!…

Por debajo de la puerta, como antaño se hacía para dejar un anónimo, me llegó esta transcripción de una llamada telefónica que a mi vez reproduzco:

Mi General, con la novedad de que ya se chingó el tren…

¿Cuál tren?

Pues el Maya mi General…

No la chingues.  Nota: el verbo chingar, en tiempos de Luis Echeverría (1922 – 2022) era             el verbo por excelencia.  Se usaba para todo.

Es que al paso del tren se desmoronaron los durmientes y se descarriló…

¡Cómo que se desmoronaron los durmientes! pues de qué me estás hablando?…

Del concreto mi General…

¡Durmientes de concreto! ¿Pero a quien chingados se le ocurrió semejante estupidez? Una vibración constante tira hasta los puentes.

Es que nunca habíamos hecho trenes mi General…

Dirás vías…

Vías mi General.  Y como los de concreto eran más baratos que los de madera…

¿Y la madera de los árboles que se tiraron, por qué no la utilizaron?…

Nooo; mi General, esa se vendió por camionadas. Maderas muy finas, buen precio…

¿Y los durmientes de concreto están por todo el trayecto?

Parece que sí mi General…

Pues ya nos chingamos…

No se angustie mi General.  Estuvo más feo lo de Chencho y ya ve que no ha pasado nada.

Cambiando de tema…

Parte de una plática que acabo de dar.

Si ya de por sí desde hace rato que andábamos mal; hoy, estamos pa los leones.  La humanidad no tiene remedio.  Nadie se quiere dar cuenta de que esto no puede seguir así; y que va a terminar mal -¿va a terminar?-…

Y tan no se dan cuenta, que andan haciendo planes y cuentas alegres para el 2030 y para el 2040 y hasta más “proyecciones” futuristas; en lugar de aprender a vivir de otra manera.  La más importante de todas: aprender a curarse solos…  

No se trata de estudiar anatomía, ni de aprender para qué sirven las medicinas, ni de estudiar acupuntura, cromoterapia, inhaloterapia y todas las terapias que se les ocurran; el saber un poco sobre las plantas siempre será benéfico y el conocer un homeópata también…

Toda vez que la Homeopatía es la más noble de todas las medicinas y, sin duda, la más eficaz. Y si piensan que se exagera, pregúntenle al Director de ISSSTE Pedro Zenteno Santaella, qué es bueno para las pandemias…

Lo que pasa, es que a la Homeopatía la han satanizado con el dinero de los laboratorios químico-farmacéuticos; y como son una industria muy poderosa, pues van ganando la batalla.  Es tan grande el negocio, que advierten de los riesgos de la IA para la salud -la inteligencia artificial que todo lo sabe- no vaya a ser que se auto mediquen.  Los enfermos tienen que ir al médico, aunque en los hospitales no haya medicinas…

Pero no va por ahí, el asunto es mucho más simple.  Durante miles de años nos lo han estado advirtiendo los grandes pensadores.  He citado en múltiples ocasiones a François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694 – 1778) “La misión del médico, es entretener al paciente mientras La Naturaleza lo cura”…  

Y a Anaxágoras (500 – 428) “A lo más que puede aspirar el hombre, es a conocer las Leyes de La Naturaleza y someterse a ellas”...

Y resulta, que cuando los animales se enferman no quieren comer; solo toman agua.  Y tampoco los niños pequeños, que también rechazan la comida cuando se sienten mal.  Lo que es contrario al dogma de la medicina oficial, que indica que al paciente hay que sobre alimentarlo para que tenga fuerza y resista la enfermedad…

Hipócrates (460 – 370) reconocido como el Padre de la Medicina, gran observador de La Naturaleza, determinó, como corolario a sus Dos Libros de las Epidemias: “Alimentar a un enfermo, es alimentar la enfermedad”…

Por lo tanto. Como canta Roberto Carlos. “Yo quisiera ser civilizado como os animales”.  Y al primer síntoma -“no me siento bien”- lo primero es dejar de comer.  Ahora bien.  Si ya saben lo que tienen que hacer, y no lo hacen; entonces están peor que antes.

Y nos vemos mañana, si el Sol me presta vida.  

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