Víctor Murguía
A las nuevas generaciones de veracruzanos les debe sorprender saber que algunos exgobernadores terminaron sus días en la modestia.
Y les debe ser causa de sorpresa porque lo único que han visto o escuchado es el enorme enriquecimiento, logrado al amparo del cargo y el poder, por parte de los gobernadores que han padecido.
Van estas breves historias para dar cuenta de cómo fueron algunos mandatarios:
Gobernó a mediados del siglo pasado y ha sido uno de los gobernadores más jóvenes. Le dio impulso a la educación, hizo crecer a la Universidad Veracruzana y tuvo una buena cercanía con el pueblo.
Abogado, fue agente del Ministerio Público, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, funcionario de la Secretaría de Gobernación y Oficial Mayor de la Secretaría de Economía.
Varios años después de dejar el despacho de Palacio de Gobierno fue a visitar a Dante Delgado Rannauro, entonces titular del Poder Ejecutivo. ¿El motivo?, vendía su casa en Xalapa ubicada por el rumbo de Rébsamen pues necesitaba dinero. El gobierno se la compró y el inmueble pasó a ser de la UV.
Otro gobernador, que ejerció en los tiempos de los presidentes Echeverría y López Portillo, forjador como ninguno de una gran generación de políticos, un día visitó a su sucesor. ¿El motivo?, igual, vendía su casa, que terminó siendo la Casa Veracruz.
Otro caso. Considerado uno de los gobernadores que más obra ha hecho, totalmente apolítico al inicio de su gobierno en la década de los ochenta, austero hasta llegar a la tacañería, tras varios años de ya no ostentar el poder buscó a quien era gobernador en turno, Fidel Herrera.
Fidel, tal vez recordando que no le dio buen trato político, no lo recibió y comisionó a uno de sus principales colaboradores para atenderlo. ¿Qué quería ese exgobernador?, unas placas de taxi para su chofer.
De Patricio Chirinos, quien fue secretario de Estado, no se sabe que haya pedido algo después de ya no se gobernador, lo que sí se sabe es que vive en el mismo departamento que ocupaba antes de representar al Poder Ejecutivo de Veracruz. Una vivienda pequeña, modesta, en la Ciudad de México.
Chirinos fue un gobernador al que nunca se le vio siquiera comiendo en algún lugar público. “Qué dirán los veracruzanos, que me ando gastando su dinero”, comentaba para negarse a ir a los restaurantes.
También es muy conocido el caso de Adolfo Ruiz Cortines, quien no solo fue gobernador sino presidente de la República y al terminar su mandato regresó a vivir a la ciudad de Veracruz, donde se la pasaba entre el café donde jugaba dominó y su casa en la que sobresale la austeridad.
El pueblo, que efectivamente es sabio, ha dejado establecido que el amor y el dinero no se pueden ocultar.
Y efectivamente, así como los veracruzanos han visto que algunos gobernadores fueron austeros, otros no han podido ocultar su desenfrenada pasión por el dinero…ajeno, el dinero del pueblo.
Dentro de 18 meses el actual gobernador Cuitláhuac García dejará ese puesto ¿qué se sabrá de él y, sobre todo, de sus principales colaboradores cuando ya no tengan la protección de los cargos?