Víctor Murguía
Fascinación por el poder y una carrera política llena de vicisitudes son las características comunes de los presidentes mexicanos que han querido reelegirse o tener control sobre el sucesor.
Eso une a Álvaro Obregón, Elías Calles, Miguel Alemán, Luis Echeverría y Salinas de Gortari.
Miguel de la Madrid y Ernesto Zedillo están en el polo opuesto a los que sintieron una atracción irresistible por el poder.
¿Dónde clasificar al actual presidente? Es muy evidente lo que López Obrador siente por el poder y lo que le costó llegar a despachar en Palacio Nacional.
Soy de los que creen que hará todo lo posible por cargar los dados con el fin de que la encuesta de Morena favorezca a Claudia Sheinbaum, por quien no ha disimulado que es su preferida.
Claudia le ha demostrado lealtad hasta un grado criticado, es su hechura, le debe todo en política y se cree que dejará influirse.
¿Pero es seguro que Sheinbaum deje manipularse? Nada es seguro en la vida y menos en la política.
Claro que esto lo sabe López Obrador. Lo sabe y lo tiene presente. Es –aquí lo vimos con Fidel Herrera- un encantador de hombres y mujeres y conocedor de la naturaleza humana.
Por eso, por cualquier fallo que hubiera en sus cálculos, dejará al nuevo presidente rodeado de gobernadores, senadores y diputados que él puso y pondrá el próximo año.
Además –sobre aviso no hay engaño- ya dijo que parte del actual gabinete estará también en el próximo gobierno. Claro, si gana Morena.
Entiendo que alguien que teniendo el poder y sintiendo fascinación por él, quiera prolongarlo. Lo que no entiendo es que alguien a quien se le da el poder se deje manipular.
¿Cómo verá esto Claudia Sheimbaum? Si su benefactor e impulsor la hace candidata y luego que triunfe ¿la primera mujer presidenta será un Lázaro Cárdenas o un Emilio Portes Gil?