Una vez despojado del antifaz que lo significaba como un político cuya calidad de letrado en el conocimiento constitucionalista lo hacía parecer como un genuino e irreductible demócrata, el senador Ricardo Monreal se dispone a participar en la competencia organizada por su actual partido, Morena, en pos de obtener la candidatura presidencial. Por su experiencia en esas lides, se antoja difícil concebir que Monreal ignore que su aspiración carece de sustento competitivo y que, fundamentalmente, no está en el ánimo de quien pronunciará la última palabra. Pero, entonces ¿para qué compite? De entrada, los tres aspirantes señalados desde un principio por el resplandeciente dedo como probables afortunados llevan sobre Monreal una ventaja considerable, e incluso ya se dio a conocer que el diputado Fernández Noroña aparece porcentualmente mejor posicionado que el senador; aunque para su fortuna no podrá competir en Morena sino en el PT. Por otro lado, realmente ¿pensará Monreal que el presidente ha variado de opinión respecto a su personalidad política, calificada previamente como politiquera, oportunista, chambista, etc? Realmente ignoramos las razones del senador zacatecano para dar un viraje respecto a su actuación, hoy muy diferente a cuando sentía el frío de su congelamiento por la suspensión de sus visitas al palacio nacional, tampoco sabemos si recibió ofrecimientos promisorios para el futuro inmediato, lo real es el demérito en que ha caído un político que presume su respeto a la Constitución pero declara que informó al presidente (otro poder) de su separación de la Jucopo del senado con el propósito de competir “por la grande”. En abono a Monreal debemos coincidir que conoce a fondo las motivaciones de un centralismo presidencialista. Dice Monreal sentirse “tranquilo con mi alma” después de platicar con el presidente “con profundidad, como políticos que quieren el bienestar del país”. En fin, el Consejo Nacional de Morena incluye en sus procedimientos para elegir a su candidato presidencial los acuerdos consensuados entre los aspirantes, serán cuatro: Ebrard, Adán Augusto López, Monreal y Sheinbaum. Por ahora, la Jefa de Gobierno de la CDMX encabeza las encuestas, ella y Augusto López renunciarán a sus cargos el próximo día 19, Ebrard se irá hoy y Monreal ya pidió licencia. Ya se dictó la voz de arranque, en septiembre se conocerá el candidato (a), que por el solo hecho de estar en este palenque electoral llevará la delantera a quien vaya a abanderar la alianza opositora. A propósito, solo como dato cultural debemos asentar la similitud histórica del actual partido en el gobierno, Morena, con el PRI cuando gozaba de hegemonía política: en aquel entonces todos los reflectores enfocaban hacia el PRI para describir sus métodos y acciones, era la única narrativa políticamente interesante, la que versaba sobre los demás partidos era accesoria. En eso sí es posible percibir un cambio. ¿o no?